sábado, 21 de marzo de 2015

De las Sagradas Escrituras

1. Los seres humanos no tienen excusa delante de Dios, porque la luz de la naturaleza, las obras de la creación y providencia, revelan la bondad, la sabiduría y el poder de Dios; sin embargo, éstas no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad, que es necesario para la salvación. Por lo tanto, agradó al Señor, en diferentes épocas y diversas maneras, revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su Iglesia; y luego, para la mejor preservación y propagación de la verdad y para un más seguro establecimiento y consuelo de la Iglesia contra la corrupción de la carne, la malicia de Satanás y del mundo, le agradó también poner escrito, en forma completa, dicha revelación; lo cual hace que las Santas Escrituras sean muy necesarias, puesto que ahora han cesado ya aquellas maneras anteriores por las cuales Dios reveló su voluntad a su pueblo.

1) Dios se revela al hombre de dos formas distintas: en la naturaleza y en las Escrituras,
2) ningún hombre puede evadir la constante confrontación de aquello que revela al Dios vivo y verdadero (aun sin la Escritura),
3) todo hombre se encuentra sin excusa en cuanto a su estado ignorante y pecaminoso, y
4) que las Escrituras son necesarias para el conocimiento verdadero y salvífico de Dios porque sólo en ellas halla la provisión redentora de Dios.

Durante mucho tiempo ha sido una costumbre entre los Cristianos (aun los que tienden a ser Reformados) el hablar de la insuficiencia de la revelación natural, como si hubiera algún defecto en la revelación que hace de Dios. Esto se puede comprobar en el uso tradicional de las "pruebas teístas."

a) A partir del mundo como un gran efecto podemos argumentar la posibilidad de una gran causa.
b) A partir del evidente orden y diseño en el mundo podemos argumentar la posibilidad de una inteligencia diseñadora.
c) A partir del evidente gobierno del mundo por la ley moral, podemos argumentar la posibilidad de un dador de esa ley moral.

Después que éstos, y otros argumentos similares, fueron desarrollados y recopilados, se esperaba que los incrédulos se convencieran de que:

a) "un dios" probablemente existe; y
b) que si existe, posiblemente sea el Dios de la Escritura.

Sólo después de "comprobar" la existencia de "Dios" se podía esperar que el incrédulo aceptara otra evidencia que confirmara la existencia de Dios. Observen que en este esquema la criatura fija los términos bajo los cuales Dios tiene que presentar sus credenciales. No se le permite a los hechos decir, "El Dios verdadero es", sino solamente, "Puede que exista un dios".

¿Cuál es el problema con este método? Simplemente esto: Cada hecho (y la suma de todos los hechos) comprueba la existencia del Dios de la Biblia. Y hay una buena razón para ello. Este Dios es. Siempre era. Existía antes de la creación de cualquier cosa. Y el universo existe solamente porque él así lo planeó. Cada detalle de los aspectos relacionados a la existencia tiene el propósito y carácter preciso que Dios diseñó. Consecuentemente, tiene el significado otorgado por Dios. "Los cielos declaran la gloria de Dios; y el firmamento demuestra sus obras...no hay idiomas ni lenguaje donde no o se escuche su voz"(Sal. 19:1,3). Todo el cielo y toda la tierra declaran que el verdadero Dios es, que él es glorioso, que él es el Creador y Gobernador de todo y que somos sus criaturas.

 El hombre era la verdadera imagen de Dios. Solo él entre todas las criaturas podía pensar los pensamientos de su Creador. Antes del hombre sin pecado toda la creación (incluso su propio ser) era un espejo sin sombra en el cual Dios podía ser visto con la claridad de la visión. En la mente del hombre, la revelación de Dios era re-interpretada de una forma autoconsciente. Era la tarea del hombre tomar consciencia del sentido que Dios puso en el universo. El hombre emprendió esta labor (Gn. 2:19,20). Usó sus poderes de investigación dados por Dios para descubrir el verdadero significado de la naturaleza (es decir, el significado impreso por Dios). Cuando Adán le "dio nombre" a algo en el mundo de la naturaleza, estaba simplemente leyendo el "nombre"(significado) puesto por Dios.
 Sin embargo, debemos observar que aun antes de la caída del hombre, Dios se reveló tanto en palabras como en la naturaleza. La naturaleza revelaba todo lo que Adán necesitaba para un verdadero conocimiento de la naturaleza de Dios y del mundo. Pero, ¿cómo podía Adán conocer la voluntad o el propósito de Dios? Y, ¿cómo podía saber lo que debería ser su propia voluntad o su propósito? La respuesta es: Sólo por medio de una revelación especial (por la Palabra). Para que el hombre pueda ser la imagen y semejanza de Dios, hay dos cosas esenciales. Su ser tiene que ser como el de Dios y su voluntad o propósito también. El ser de Dios no es una cuestión de "elección". El ser del hombre tampoco es una elección. Él es la imagen de Dios. Ser otra cosa no sería humano. Mientras el hombre sea hombre, él existe a imagen de Dios. Por lo tanto, se deduce que la mera existencia del hombre le exige una comprensión de deidad en su interior. Todo hombre conoce a Dios, el Dios verdadero, el único Dios. No sólo tiene la capacidad para conocerlo; sino que lo conoce, y no puede evitar el conocerlo. Sin embargo, el propósito del hombre es cuestión de elección. Tal y como Dios es libre de hacer su voluntad, así también el hombre (siendo creado a imagen divina) es libre de hacer su voluntad. Pero aun en su libre albedrío el hombre no puede escapar  el control absoluto de Dios porque el ser del hombre (siendo sólo una imagen) es totalmente dependiente de Dios. Al levantar su voluntad contra la voluntad de Dios revelada en su Palabra, el hombre sólo puede violar, pero nunca destruir, su relación dependiente de Dios. Es la imagen de Dios de forma metafísica, aunque haya dejado de ser su imagen de forma ética. La resolución del hombre de ser independiente de Dios está condenada a la frustración, y mediante la revelación natural se le hace recordar esto de forma clara y constante. La revelación natural nunca deja de declarar al hombre pecaminoso que el Dios verdadero es, y que la misma existencia del hombre es totalmente dependiente de Dios. Por consiguiente, para poder seguir en rebelión contra Dios, al hombre no le queda más que mentirse a sí mismo acerca de la situación. Debe suprimir la verdad en perversidad (Rom. 1:20). Sin embargo, esta supresión de la verdad (por lo cual el hombre pecaminoso se rehúsa a conocerse a sí mismo o al verdadero Dios) se debe completamente al pecado y de ninguna manera a al insuficiencia de, o algún defecto en, la revelación natural.
Sin embargo, la revelación de Dios antes de la caída era diferente a la que Dios ha dado desde la caída, tanto en su revelación natural como especial (hablada). Las dos formas de revelación siempre concuerdan. La revelación natural y especial antes de la caída estaban relacionadas a, y diseñadas para, operar por medio de la obediencia de Adán. La caída las tornó inoperantes. La revelación ahora habla con relación a la condición caída del hombre. La revelación natural no sólo declara los atributos de Dios (como , lo ha hecho desde el comienzo) sino que también revela la ira de Dios contra toda perversidad y profanidad del hombre (de lo cual no necesitaba testificar anteriormente por la simple razón que no existía la perversidad ni profanidad en el hombre). La Biblia nos enseña que la revelación natural ahora testifica acerca de estas cosas (Rom. 1:18; 2:14,15, etc.). Algunos cambios fueron introducidos en el orden natural (Gn. 3:18ss.) para que la naturaleza testificara de la maldad y la ruina del hombre. Así como la la regularidad y la paz del medio ambiente original del hombre habían testificado, en toda forma, de la bondad de Dios; ahora su agitación y violencia testifican que, todos los días, Dios esta enojado con los pecadores. Por esto no le es más fácil al pecador aceptar la revelación de Dios en la naturaleza de lo que le es aceptarla en las Escrituras. La revelación natural es "difícil" de "leer" para el pecador, no porque no diga lo suficiente, ni porque no hable con suficiente claridad, sino porque dice demasiado y con demasiada claridad.
Sin embargo, de la misma forma en que vino la prueba de la obediencia del hombre por medio de la revelación verbal, así también el remedio para la necesidad actual del hombre viene por medio de revelación verbal. Sólo el evangelio puede suplir la revelación natural de tal manera que pueda: (a) Revelar los medios para remover la enemistad de Dios (Rom. 1:17; 2Cor. 5: 18-21ss.), y (b) convertir al hombre, nuevamente, en un súbdito voluntario de la voluntad de Dios (Rom. 12:1,2). Por lo tanto, le ha complacido a Dios llevar a cabo esta revelación en un proceso gradual, el cual ya ha sido completado, con el resultado que su Palabra salvadora está depositada ahora en la Biblia.




Cuan importante son las Escrituras, tanto para crecer en gracia y conocimiento. Por esto, debemos tener muy claro que la Palabra de Dios es la única regla de fe y conducta para nuestras vidas, en un tiempo donde las "nuevas revelaciones" son el opio de la cristiandad. Dios nos guíe en este camino a recorrer, en amar su Palabra por sobre todas las cosas y estar atentos a la "fe" disfrazada que se aleja de la revelación especial de Dios, o sea "Las Santas Escrituras".  Soli Deo Gloria. 




(Sacado del libro "La Confesión de fe de Westminster, para clases de estudio" G.I. Williamson) 

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