martes, 24 de febrero de 2015

Llamamiento Eficaz (Primera parte)

"A estos también llamó"(Rom. 8:30)
Thomas Watson


En el versículo del comienzo tenemos la cadena de oro de la salvación, constituida por cuatro eslabones, uno de los cuales es la vocación: "A éstos también llamó". El llamamiento es nova creatio ("una nueva creación"), es la primera resurrección. Hay dos clases de llamamientos: a) uno externo; y b) otro interno.

a) El llamamiento Externo

Este es el ofrecimiento de gracia que Dios hace a los pecadores, invitándolos a acudir y aceptar a Cristo y la salvación. "Muchos son llamados, mas pocos escogidos"(Mt. 20:16). Este llamamiento indica a los hombres lo que debían hacer para ser salvos, y los hace inexcusables en caso de desobediencia.

b) El llamamiento Interno  

Este se produce cuando Dios, juntamente con el ofrecimiento de gracia, obra la virtud. Por este llamamiento, se renueva el corazón, y la voluntad es atraída eficazmente para que abrace a Cristo. El llamamiento externo hace que los hombres profesen a Cristo, mientras que el interno hace poseer a Cristo.

¿Cuáles son los medios de este llamamiento eficaz?   
Cada criatura tiene una voz para llamarnos. Los cielos nos invitan a contemplar la gloria de Dios (cf. Sal. 19:1); la conciencia también nos llama; los juicios de Dios nos instan al arrepentimiento: "Prestad atención al castigo..." (Mi. 6:9). Pero no todas las voces convierten; son dos los medios de nuestro llamamiento eficaz:
1. La Predicación de la Palabra, que es el sonido de la trompeta de plata de Dios en los oídos de los hombres (cf.  Nm. 10:2). Dios no habla mediante un oráculo, sino que llama por medio de sus ministros. Samuel pensó que había sido solo la voz de Elí la que lo había llamado; pero era la voz de Dios (cf. 1S. 3:6). Tal vez pienses, pues, que es únicamente la voz del ministro la que te habla en la Palabra; pero es Dios mismo quien lo hace. Por tanto, se dice que Cristo nos habla desde el cielo (cf. He. 12:25). ¿Y cómo lo hace sino a través de sus ministros? Igual que un rey que habla por medio de sus embajadores. Ten presente que, en cada sermón predicado, Dios te está llamando, y que rechazar el mensaje que traemos es rechazar a Dios mismo.
2. El Espíritu Santo es el otro medio del llamamiento eficaz. El ministerio de la Palabra constituye el órgano o uno de sus tubos, y el Espíritu de Dios, soplando a través del instrumento, cambia eficazmente los corazones de los hombres: "Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso" (Hch. 10:44). Los  ministros llaman a las puertas de los corazones de los hombres, y el Espíritu viene con una llave y abre esas puertas: "El Señor abrió el corazón de una mujer llamada Lidia" (Hch. 16:14).
Tratado de Teología

¿De que llama Dios a los hombres?
1. Del pecado.  Los llama de sus ignorancia e incredulidad (cf. 1 P. 1:14). Por naturaleza, el entendimiento está envuelto en tinieblas; y Dios llama a los hombres "de las tinieblas a la luz" (Ef. 5:8), como cuando se hace salir a alguien de una mazmorra para que contemple la luz del sol.
2. Del peligro. Como los ángeles llamaron a Lot para que saliese de Sodoma cuando estaba a punto de llover fuego del cielo, así Dios llama a su pueblo del fuego y el azufre del infierno, y de todas esas maldiciones a que están expuestos.
3. Del mundo. Como Cristo llamó a Mateo de la mesa de los tributos públicos. "No son del mundo"  (Jn. 17:16), dijo Jesús. Aquellos a quienes Dios llama no son nativos de aquí, sino peregrinos: no se conforman a este mundo (cf. Rom. 12:2), ni siguen sus modas pecaminosas; "no son del mundo"; aunque viven aquí abajo, negocian en el país celestial. El mundo es donde está el trono de Satanás (cf. Ap. 2:13), un escenario en el que actúa a diario el pecado. Pero los que son llamados están en el mundo, pero "no son del mundo"

¿A qué llama Dios a los hombres?
1. Los llama a santidad: "No nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación" (1 Ts. 4:7). La santidad es el uniforme o la estrella de plata que llevan los piadosos: "el pueblo de su santidad" (Is. 63:18). Los llamados de Dios son ungidos con el aceite  de consagración del Espíritu: "Vosotros tenéis la unción del Santo" (1 Jn. 2:20).
2. Los llama a la gloria, como si se llamara a un hombre de la cárcel a sentarse en un trono:"Dios, que os llamó a su reino y gloria" (1 Ts. 2:12). A aquel a quien Dios llama, lo corona con un peso de gloria (cf. 2 Co, 4:17). La palabra hebrea que se traduce como gloria significa pondus, peso. El peso de gloria aumenta su valor: cuanto más pesa el oro, tanto más valioso es, y esta gloria no es pasajera, sino permanente: un peso eterno. Es más fácil sentirlo que expresarlo.


¿Cuál es la causa del llamamiento eficaz?

La elección divina por amor: "A los que predestino, a éstos también llamó" (Ro. 8:30). La  elección es la fuente y causa de nuestra vocación. No es que algunos sean más dignos de participar del llamamiento celestial que otros, porque todos estábamos en nuestras sangres (cf. Ez. 16:6). ¿Qué dignidad hay en nosotros? 'Qué dignidad había en María Magdalena, "de quien (Cristo) había echado siete demonios"(cf. Mr. 16:9)?; ¿O  en los corintios, cuando Dios comenzó a llamarlos por su evangelio? Eran fornicarios, afeminados, idólatras... "Y esto erais  algunos; mas ya habéis sido lavados" (1 Co. 6:11). Antes del llamamiento eficaz, no solo éramos "débiles" (Ro. 5:6), sino "enemigos" (Col. 1:21). El fundamento de la salvación es, pues, la elección.


Bueno hermanos en unos días estaremos con la segunda parte del "Llamamiento Eficaz" del libro Tratado de Teología de Thomas Watson. Gracia y Paz.

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