miércoles, 25 de febrero de 2015

El Llamamiento Eficaz (Segunda parte)

¿Cuáles son la cualidades de este llamamiento?
1. Es un llamamiento poderoso. Verba Dei sunt opera ("Las palabras de Dios son obras"), como dijo Lutero. Dios despliega un poder infinito llamando al pecador a volver a Él, y no solo hace uso de su voz, sino también de su brazo. El apóstol menciona la supereminente grandeza del poder de Dios, el cual ejerce para con los que creen (cf. Ef. 1:19]). Dios monta victorioso en el carruaje de su evangelio, vence el orgullo del corazón humano y hace que la voluntad, que le resistía como una verdadera fortaleza, ceda y se incline ante su gracia, consiguiendo que el corazón de piedra sangre. ¡Qué poderoso llamamiento!
Predicación Puritana
 ¿Por qué, entonces, parecen hablar los arminianos de una persuasión moral, diciendo que lo único que hace Dios en la conversión de un pecador es persuadirlo moralmente y nada más? ¿Es ponerles delante sus promesas para seducirlos a hacer el bien, y sus amenazas para disuadirlos de hacer el mal, lo único que Dios lleva a cabo? Ciertamente las persuasiones  morales, por sí solas, son insuficientes para el llamamiento eficaz; ¿cómo puede la mera presentación de unas promesas y unas amenazas convertir a un alma? Esto no equivale a una nueva creación, ni a ese poder que resucitó a Cristo de entre los muertos. Dios no solo persuade, sino que capacita (cf. Ez. 36:27).
 Si en la conversión Dios únicamente persuadiera moralmente -es decir, si pusiera delante de los hombres el bien y el mal-, entonces no emplearía tanto poder para salvar a los hombres como el diablo utiliza para destruirlos. Satanás no solo propone a los hombres objetos tentadores, sino que colabora con sus tentaciones; por eso se le llama "el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Ef. 2:2). La palabra griega que se  ha traducido como "opera", según Camerario, significa imperii vim: el poder que Satanás tiene para arrastrar a los hombres al pecado. ¿Y acaso no será mayor el poder de Dios en la conversión que el poder del diablo para seducir? El llamamiento eficaz es extraordinariamente poderoso: Dios despliega una energía divina, ¿qué digo?, una forma de omnipotencia. Se trata de un llamamiento tan poderoso que la voluntad humana no tiene fuerza para resistirlo con eficacia.
2. Es un llamamiento elevado. "Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús"(Fil. 3:14), dice Pablo. Se trata de una alto llamamiento porque:
a) Se nos llama a prácticas religiosas elevadas. A ser crucificados al mundo (cf. Gá. 6:14); a vivir por fe (cf. Ro. 1:17); a hacer la labor de los ángeles; a amar a Dios; a ser órganos vivos de su alabanza; a tener comunión con el Padre y con el Hijo (cf. Jn. 1:3)...
b) Se nos llama a elevados privilegios: A la justificación y a la adopción; a ser reyes y sacerdotes para Dios (cf. Ap. 1:6); a la comunión con los ángeles (cf. He. 12:22); a ser coherederos con Cristo (cf. Ro. 8:17)... Los que han sido llamados eficazmente son candidatos al cielo y príncipes en todas las tierras, aunque sean príncipes disfrazados (cf. sal. 45:16).
c) Se nos llama con un llamamiento inmutable: "Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios" (Ro. 11:29), es decir, que esos dones que provienen de la elección (como la vocación y la justificación) no se pueden revocar. Dios se arrepintió de haber llamado a Saúl a ser rey, pero jamás se arrepiente de llamar a un pecador a ser santo.

Primera Aplicación: Considera la necesidad del llamamiento eficaz. El hombre no puede ir al cielo sin este. En primer lugar, antes de ser glorificados, hemos de ser llamados (cf. Ro. 8:30). Un hombre que no ha sido llamado no tiene derecho a reclamar nada en la Biblia, excepto el cumplimiento de las amenazas que Dios ha hecho; un hombre en su estado natural no es más apto para el cielo de lo que pueda ser  otro lleno de sucidad y vestido de harapos para entrar en presencia de un rey. ¿Puede ser apto para el cielo un hombre en su estado natural, que odia a Dios? (cf. Ro. 1:30). ¿Pondrá Dios a su enemigo en su seno?


Bueno hermanos pronto estaremos con la tercera y ultima parte del tema "El llamamiento Eficaz" del libro Tratado de Teología de Thomas Watson. Gracia y Paz.

martes, 24 de febrero de 2015

Llamamiento Eficaz (Primera parte)

"A estos también llamó"(Rom. 8:30)
Thomas Watson


En el versículo del comienzo tenemos la cadena de oro de la salvación, constituida por cuatro eslabones, uno de los cuales es la vocación: "A éstos también llamó". El llamamiento es nova creatio ("una nueva creación"), es la primera resurrección. Hay dos clases de llamamientos: a) uno externo; y b) otro interno.

a) El llamamiento Externo

Este es el ofrecimiento de gracia que Dios hace a los pecadores, invitándolos a acudir y aceptar a Cristo y la salvación. "Muchos son llamados, mas pocos escogidos"(Mt. 20:16). Este llamamiento indica a los hombres lo que debían hacer para ser salvos, y los hace inexcusables en caso de desobediencia.

b) El llamamiento Interno  

Este se produce cuando Dios, juntamente con el ofrecimiento de gracia, obra la virtud. Por este llamamiento, se renueva el corazón, y la voluntad es atraída eficazmente para que abrace a Cristo. El llamamiento externo hace que los hombres profesen a Cristo, mientras que el interno hace poseer a Cristo.

¿Cuáles son los medios de este llamamiento eficaz?   
Cada criatura tiene una voz para llamarnos. Los cielos nos invitan a contemplar la gloria de Dios (cf. Sal. 19:1); la conciencia también nos llama; los juicios de Dios nos instan al arrepentimiento: "Prestad atención al castigo..." (Mi. 6:9). Pero no todas las voces convierten; son dos los medios de nuestro llamamiento eficaz:
1. La Predicación de la Palabra, que es el sonido de la trompeta de plata de Dios en los oídos de los hombres (cf.  Nm. 10:2). Dios no habla mediante un oráculo, sino que llama por medio de sus ministros. Samuel pensó que había sido solo la voz de Elí la que lo había llamado; pero era la voz de Dios (cf. 1S. 3:6). Tal vez pienses, pues, que es únicamente la voz del ministro la que te habla en la Palabra; pero es Dios mismo quien lo hace. Por tanto, se dice que Cristo nos habla desde el cielo (cf. He. 12:25). ¿Y cómo lo hace sino a través de sus ministros? Igual que un rey que habla por medio de sus embajadores. Ten presente que, en cada sermón predicado, Dios te está llamando, y que rechazar el mensaje que traemos es rechazar a Dios mismo.
2. El Espíritu Santo es el otro medio del llamamiento eficaz. El ministerio de la Palabra constituye el órgano o uno de sus tubos, y el Espíritu de Dios, soplando a través del instrumento, cambia eficazmente los corazones de los hombres: "Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso" (Hch. 10:44). Los  ministros llaman a las puertas de los corazones de los hombres, y el Espíritu viene con una llave y abre esas puertas: "El Señor abrió el corazón de una mujer llamada Lidia" (Hch. 16:14).
Tratado de Teología

¿De que llama Dios a los hombres?
1. Del pecado.  Los llama de sus ignorancia e incredulidad (cf. 1 P. 1:14). Por naturaleza, el entendimiento está envuelto en tinieblas; y Dios llama a los hombres "de las tinieblas a la luz" (Ef. 5:8), como cuando se hace salir a alguien de una mazmorra para que contemple la luz del sol.
2. Del peligro. Como los ángeles llamaron a Lot para que saliese de Sodoma cuando estaba a punto de llover fuego del cielo, así Dios llama a su pueblo del fuego y el azufre del infierno, y de todas esas maldiciones a que están expuestos.
3. Del mundo. Como Cristo llamó a Mateo de la mesa de los tributos públicos. "No son del mundo"  (Jn. 17:16), dijo Jesús. Aquellos a quienes Dios llama no son nativos de aquí, sino peregrinos: no se conforman a este mundo (cf. Rom. 12:2), ni siguen sus modas pecaminosas; "no son del mundo"; aunque viven aquí abajo, negocian en el país celestial. El mundo es donde está el trono de Satanás (cf. Ap. 2:13), un escenario en el que actúa a diario el pecado. Pero los que son llamados están en el mundo, pero "no son del mundo"

¿A qué llama Dios a los hombres?
1. Los llama a santidad: "No nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación" (1 Ts. 4:7). La santidad es el uniforme o la estrella de plata que llevan los piadosos: "el pueblo de su santidad" (Is. 63:18). Los llamados de Dios son ungidos con el aceite  de consagración del Espíritu: "Vosotros tenéis la unción del Santo" (1 Jn. 2:20).
2. Los llama a la gloria, como si se llamara a un hombre de la cárcel a sentarse en un trono:"Dios, que os llamó a su reino y gloria" (1 Ts. 2:12). A aquel a quien Dios llama, lo corona con un peso de gloria (cf. 2 Co, 4:17). La palabra hebrea que se traduce como gloria significa pondus, peso. El peso de gloria aumenta su valor: cuanto más pesa el oro, tanto más valioso es, y esta gloria no es pasajera, sino permanente: un peso eterno. Es más fácil sentirlo que expresarlo.


¿Cuál es la causa del llamamiento eficaz?

La elección divina por amor: "A los que predestino, a éstos también llamó" (Ro. 8:30). La  elección es la fuente y causa de nuestra vocación. No es que algunos sean más dignos de participar del llamamiento celestial que otros, porque todos estábamos en nuestras sangres (cf. Ez. 16:6). ¿Qué dignidad hay en nosotros? 'Qué dignidad había en María Magdalena, "de quien (Cristo) había echado siete demonios"(cf. Mr. 16:9)?; ¿O  en los corintios, cuando Dios comenzó a llamarlos por su evangelio? Eran fornicarios, afeminados, idólatras... "Y esto erais  algunos; mas ya habéis sido lavados" (1 Co. 6:11). Antes del llamamiento eficaz, no solo éramos "débiles" (Ro. 5:6), sino "enemigos" (Col. 1:21). El fundamento de la salvación es, pues, la elección.


Bueno hermanos en unos días estaremos con la segunda parte del "Llamamiento Eficaz" del libro Tratado de Teología de Thomas Watson. Gracia y Paz.

lunes, 23 de febrero de 2015

JOHN KNOX EL FUNDADOR DEL PURITANISMO

Bueno hermanos hoy les comparto un fragmento del libro "Los Puritanos" del autor Martyn Lloyd Jones, espero les sea de bendición. Soli Deo Gloria.


Mucha gente piensa en John Knox únicamente en términos de Escocia y, por lo tanto, esa gente cree que sólo a los escoceses cabe celebrarlo y conmemorar su obra. La respuesta para eso puede ser dada de esta manera: todos los que visitaron Ginebra y vuelcan la Placa y el Memorial en homenaje a los grandes reformadores, habrán notado que John Knox está incluido entre ellos. Él está en aquella gustosa compañia, con Calvino y Haré; y eso debería ser suficiente para hacernos comprender, no solamente que John Knox hizo grandes y maravillosas cosas en Escocia, sino también el carácter de su obra. Me propongo a considerar con vosotros este hombre en términos de una declaración hecha por Thomas Carlyle - un ciudadano escocés, es correcto, pero, no obstante, un historiador de fama, y que no dice las cosas livianamente. En su libro, Los Héroes y el Culto a los Héroes ("Heroes and Hero Worshippers") dice él: "Él fue el sumo sacerdote y el fundador de la fe que vino a ser la fe característica de Escocia, de la Nueva Inglaterra y de Oliver Cromwell - es decir, del puritanismo". Carlyle de hecho no incluye Inglaterra - debía haberlo hecho - sin embargo incluye la Nueva Inglaterra y Oliver Cromwell. Él reivindica en favor de John Knox que él fue el padre y fundador de un movimiento que llevó a eventos extraordinarios, no solamente en las Islas Británicas, pero muy distante, a eventos que influenciaron todo el curso de la historia. Esa declaración de la Carlyle es justificable? Podemos consubstanciar su alegación? Me propongo a demostrar que en ningún sentido se puede acusar Carlyle de exageración. Antes de que pasemos a pensar en Knox en particular como el fundador del puritanismo, dejenme darles un breve esbozo de su vida.
John Knox
Él fue creado en el catolicismo romano y se hizo sacerdote. Hubo época en que él era conocido como "Sir" John Knox. Fue creado en la pobreza, en una familia pobre, sin antecedentes aristocráticos y nadie que lo recomendara. Se hizo el gran hombre que fue, únicamente como resultado de sus extraordinarias habilidades naturales, y aún más como resultado de su conversión. Él fue convertido de manera extraordinaria, por la instrumentalidad de correctos luminares de primera grandeza de la Reforma en Escocia - George Wishart y otros. Él pasó por un cambio completo y, naturalmente, dio la espalda al catolicismo romano. Finalmente se halló en St. Andrews, donde comenzo a participar de las actividades. A principio él no predicaba, pero posteriormente fue forzado a hacerlo. El resultado fue que, cuando los franceses tomaron St. Andrews y hicieron buen número de prisioneros, John Knox se vio trabajando como esclavo en una galera francesa, y eso por casi dos años. Fue una experiencia extenuante, en la cual él sufrió, no sólo los rigores de ese tipo de vida, como también una intensa crueldad. Eso, a buen seguro, dejó su marca en toda su vida, porque minó su salud; consecuentemente tuvo que mantener constante lucha contra la enfermedad. Finalmente pudo salir de aquella situación, y volvió para Inglaterra y Escocia. La situación se quedó muy difícil para él en Escocia, pero él se establecio en Inglaterra. Él fue designado ministro y predicador en Berwick-sóbrelo-Tweed ("Berwick-on-Tweed"), y permaneció allá y en Newcastle-sóbrelo-Tyne ("Newcastle upon Tyne") de 1549-51. (Hay mucha discusión sobre si él nació en 1503 o 1504, o alrededor de 1513 o 1515. Eso no importa. Lo importante es que él era hombre de edad cuando fue convertido en algun punto de la década de 1540, y se hizo predicador en Berwick y Newcastle.) Después de eso él vino hacia Londres; y en ese tiempo Eduardo VI estaba en el trono. Knox se hizo uno de los capellanes y predicadores de la corte. Así, él estaba en el centro de las actividades de Inglaterra, y en muchas ocasiones predicó en la presencia de Eduardo VI y de la corte. Eduardo VI murió con 16 años de edad, y Maria, "Maria, la Sanguinaria", subió al trono de la Inglaterra. Knox y varios otros tuvieron que huir para proteger sus vidas. Acabaron yendo hacia el continente y comenzaron a estudiar bajo Juan Calvino, en Ginebra; sin embargo, en ese medio tiempo, él fue llamado para servir como co-pastor de los refugiados ingleses que habían formado una iglesia en Frankfurt-sóbrelo-Meno. Así, como resultado de la persuasión de Calvino, él fue para allá y pastoreo la iglesia. Después de mucha dificultad y disputa, él fue mandado aunque de Frankfurt y fue para Ginebra, junto con varios otros refugiados, y allí de nuevo se hizo pastor de la iglesia inglesa, de 1556-59. Entonces, en abril de 1559, después de la muerte de María, y cuando Elizabeth subió al trono, en 1558, él pudo retornar, no solamente a las Islas Británicas, y sí también a Escocia. Comenzó su gran obra, la obra de su vida, en cierto sentido, en Escocia, en abril de 1559, y allí permaneció hasta la muerte, que ocurrió en 24 de noviembre de 1572. Ahí tenemos sólo la estructura mínima de un esbozo de la historia de este hombre. Existen muchas excelentes biografías de él. Recomiendo una de las más recientes, de autoría de Jasper Ridley. Piensa dedicarle cuidadoso estudio y consideración. Es una de las mejores escritos sobre él, enteramente superior a una que fue divulgada hace unos treinta años, escrito por el lord Eustace Percy. Veamos ahora la persona, propiamente dicta. Ningún hombre sufrió mayor difamación que John Knox. Algo parecido aconteció con Calvino también; pero es muy más real con relacion a Knox. Había elementos, tal vez, en su carácter que provocaban eso hasta más que en el caso de Calvino; sin embargo todo eso se basaba en la ignorancia y, por descontado, en la malicia de los católicos romanos y de todos los otros tipos de católicos. Ineludiblemente, estos días de ecumenismo, un hombre como John Knox es blanco de ácidos ataques. El principal interes si hoy está en Maria - Maria, reina de los escoceses, que es descrita, e idealizada, hasta más que ella misma se describía! Pero, no estoy preocupado en defender John Knox. Él no necesita de mí, ni de ninguno, para defenderlo. Estudiemos este hombre admirable. Él era de pequeña estructura - hecho no sin significación! Alguien dijo una vez que las mayores cosas de este mundo fueron hechas por hombres pequeños y pequeñas naciones! Él no era atractivo, de manera ninguna, ni se distinguía por su apariencia, a juzgar por los patrones modernos. Era un hombre fuerte y rudo y, del punto de vista físico, no había nada en él que lo recomendara, excepto por el hecho de que había algo que le venía a los ojos una vez u otra, que, literalmente, ponía el temor de Dios dentro de las personas. La cosa más notable sobre él era su capacidad. Él no era capaz, en el sentido en que Calvino lo era, ni era él un literato, en el sentido en que Calvino lo era; pero un hombre puede ser capaz sin ser literato. Portanto, cuando hablo sobre su capacidad, estoy pensando en particular en su sentido de discriminación, en su capacidad para "diferenciar entre cosas que difieren". Esta parece haber sido una de sus características más notables, como veremos. Otra cosa sobre Knox era su asombrosa energía. He ahí ahí, de nuevo, una característica de todos los grandes hombres que Dios usó a través de los siglos. Como él realizó todo que hizo sólo se puede explicar en términos de la gracia de Dios, sin embargo había algo en la propia constitución del hombre que explicaba eso. Estuve leyendo recientemente que la misma cosa se podía decir de Daniel Rowland, el grande predicador galés del siglo 18; y noté que sus contemporáneos siempre comentaban su extraordinaria energía. Esta calidad no es sólo característica de los grandes estadistas y de los grandes líderes militares y otros; es también, generalmente, una característica de los grandes predicadores. Esto nos hace acordarnos de la definición de oratoria, hecha por Demóstenes; era: "acción, acción, acción". Otra característica de John Knox era su perspicacia. Si hubo un hombre que necesitaba de perspicacia, era John Knox, en la situación en que se encontraba. Nos hicieron acordarnos en esta Conferencia la alianza, o, en todo caso, la relación entre el Estado y la Iglesia, entre la política y la religión. Esto era ineludible aquellos días, y significaba que John Knox tenía que cooperar con ciertos políticos de Escocia. Es emocionante su extraordinario discernimiento y comprensión del pensamiento de esos hombres y de su duplicidad. Varias veces él salvó la Reforma simplemente a causa de su sagacidad. Jasper Ridley se refiere a él como "un consumado político"; y él era así, y tenía que ser! Esos hombres habrían cometido traición muchas veces, porque no conseguían entrever lo que estaba aconteciendo realmente. No conseguían ver lo que el enemigo estaba haciendo; pero John Knox conseguía, y con que extraordinaria sagacidad él podía salvar la situación! En muchos casos él fue capaz de ver a través de las sutilezas de la mente y del comportamiento de Maria, reina de los escoceses, y los esfuerzos que ella hacía para anular los de él.
Dr. Lloyd Jones
Llego, ahora, a la su sabiduría. Estoy mencionando estos puntos por esta razón - que este hombre es generalmente considerado como fanático, como un hombre duro, un hombre llevado por tremenda presunción y ambición, un hombre que no toleraba ningún desacuerdo o cualquier tipo de oposición. Sin embargo vosotros no podrán leer ningún relato objetivo de él sin maravillarse con su extraordinária sabiduría. Él parecía saber exactamente hasta donde ir en cada práctica, y nunca intentaba ir además de ese punto. Algunos lo movian a avanzar, otros querían contenerlo; pero él parecía seguir siempre la vereda de la sabiduría. Cuando estaba en Berwick, por ejemplo, él no atacaba abiertamente el Libro de Oración Común, que oficialmente debía ser utilizado; él simplemente no lo utilizaba. Vosotros ven la distinción. Doy énfasis a esto porque muchas veces tuve que recordarle a algunos de mis hermanos más jóvenes que este punto es importante. Vosotros no necesitan estar siempre anunciando lo que hacen y quedarse hablando de eso, pues actuar es más importante que hablar. Knox no atacaba, no llamaba la atención para eso, y no ponía un letrero diciendo que no iba a usar el Libro de Oración; simplemente no lo usaba. Eso indica moderación y gran sabiduría. Algunas veces Knox fue acusado de cobardía porque huyó varias veces de Escocia - tanto para Inglaterra como para el continente - en tiempos de persecución y gran peligro. Sin embargo, para mí, él estaba siendo gobernado por este principio de gran sabiduría y perspicacia. Él comprendió que, si quedaba en Escocia, sería muerto, como lo fueron George Wishart, Patrick Hamilton y otros antes de él. Él sabía que no podría llevar adelante la causa; por eso huía. Yo lo justifico. A veces se requiere más coraje para huir que para quedarse y hacerse un mártir. Consideremos, a continuación, su moderacion. Para mucha gente suena completamente ridículo hablar en moderacion en el caso de John Knox - "aquel fanático, intolerante y extremista". Pero la moderacion del hombre es casi increíble. Tomemos, por ejemplo, el consejo que él dio una vez al pueblo de Berwick. Él estaba en Londres justamente cuando Eduardo VI estaba llegando al fin de su reinado, un poco antes de Maria hacerse reina. Él sabia que estos miembros da su vieja iglesia en Berwick inmediatamente estarían en grandes dificultades. El Libro de Oracion, aunque oficialmente introducido, no ha sido impuesto a la Diócesis de Durham porque el entonces obispo de Durham, Tunstall, era más católico que protestante, y no le gustaba ese Libro de Oracion de los protestantes; así, su uso nunca fue impuesto obligatoriamente. Eso, naturalmente, ayudó Knox el no darle atencion; sin embargo ahora él podía ver que habría un cambio, y se haría obligatoria la disciplina; por eso él escribe a esos amigos de Berwick y de Newcastle y les llama a la moderacion. En que puntos deberían firmarse? La primera cuestión levantada fue, como señalaré más tarde, el arrodillarse a recibir la santa Cena. El consejo de Knox fue que, por amor de los principios mayores y de las verdades más importantes, ellos deberían conformarse con aquello, y él los excusaría por hacerlo. Pues bien, eso es el principio de la moderación en la práctica. Tomemos más algunos ejemplos. Cuando él fue para Frankfurt como uno de los dos ministros, vio que ya habían decidido introducir la Orden del Culto, de Calvino. Ellos estaban de acuerdo sobre eso, y creían que él concordaría inmediatamente, porque era un gran admirador de Calvino. Pero, John Knox no se mostró dispuesto a concordar, y por esta razón; él dijo que ellos no debían hacer aquello sin consultar a todos los otros refugiados ingleses en Estrasburgo, Basilea y otros lugares. Eso es moderación. Él sólo actuaría en unísono con los otros hermanos. Más tarde él y otros redactaron una Orden del Culto de ellos propios, a la cual hubo oposición. Él mostró más prontitud que nadie para aceptar modificaciones y varios aumentos a ella. Además, como señalé en mi charla del año pasado sobre los Orígenes del Puritanismo, cuando lo contrastamos con Richard Cox, el anglicano que había ido para Frankfurt y que insistía en que la iglesia, como él lo expresaba, debía tener "un rostro inglés", y que ellos debían continuar usando el Libro de Oración Común cómo lo habían usado en Inglaterra, Knox hizo todo que se puede imaginar, todo que un hombre podría hacer, para acomodar la oposición y encontrar acuerdo. Pero, tal fue la intransigencia de Richard Cox y de los que lo seguían, que imposibilitó totalmente el acuerdo. Knox, tantas veces interpretado como intolerante y lleno de fanatismo, sobresale en fulgurante contraste como un modelo de moderativo, contrariamente a aquellos anglicanos que no solamente se oponían a él, sin embargo lo pusieron fuera de Frankfurt y lo hicieron huir para Ginebra. Dirijamos ahora la atención para su originalidad, la cual también quiero destacar. A veces se piensa que John Knox no pasa de un "disco de gramofone" de Calvino. Es un engaño completo. Algunos tal vez carguen esa culpa; pero John Knox era un pensador original. Él pensaba por sí mismo y, cuando su comprensión de las Escrituras lo exigía, él no nesitaba en rechazar, contestar y criticar las ideas presentadas por bultos como Tyndale, y como el propio Calvino. Él discordó de Calvino y de Tyndale, por ejemplo, cuanto al deber del pueblo cristiano para con sus príncipes y gobernadores. Él defendía la idea de que se hiciera oposición a los gobernadores, en ciertas circunstancias, y hasta revolución, antes de los otros que lleguen cerca de aceptar esa enseñanza - Calvino en particular. Eso era una señal de su pensamiento original. Él no fue dirigido por Calvino en esa cuestión, ni, en la verdad, en ninguna otra, a no ser que él concordara. Él razonó las cosas por sí solo. Estoy acentuando eso porque es algo muy importante. No debemos engullir automaticamente todo lo que leemos en los libros, aunque de los mayores hombres. Debemos examinar todo; y Knox lo hacía y, como digo, cuando discordaba, estaba más que pronto a decirlo. La misma cosa acontecía con su actitud para con las diversas ceremonias de los cultos de la Iglesia de Inglaterra. También en esta materia él estaba al frente de los otros, como voy a mostrar, y cuando él escribió su libro concernente al Medonho Gobierno de Mujeres ("The Monstrous Regiment of Women"), fue de nuevo enteramente original. Eso nos lleva a la su coraje. De él se dijo, cuando él murió, que "nunca temió el rostro del hombre"; y es verdad. Además de eso, yo podría añadir que él nunca temió el rostro de las mujeres también! Y él tuvo que enfrentar dos mujeres. Una era una mujer muy fuerte; y la otra, Maria, reina de los escoceses, era fuerte a causa de su flaqueza. Las mujeres débiles pueden hacer uso de su buena apariencia y de su feminidad de un modo que les da una especie de fuerza. Faltaba buena apariencia Elizabeth I, de Inglaterra, sin embargo su personalidad era realmente fuerte. John Knox tuvo que lidiar con ambas, y no tuvo miedo de ninguna de ellas. El poder de ellas no hacía diferencia para él. Su coraje es casi inaudito. Él se opuso, igualmente, la Cranmer, la Ridley y Pedro Mártir. Él nunca tuvo miedo de quedarse solo y de aguantar todo solo. Él tenía la misma personalidad heroica que vemos en Martin Lutero, cuando permaneció firme en la "Dieta de Worms" y enn otros lugares. Ahora vamos a hacer consideraciones sobre él como predicador. Su gran característica como predicador era la vehemencia. Los grandes predicadores generalmente son vehementes; y todos nosotros debemos ser vehementes. Esto no resulta solamente de la naturaleza; surge de la sensible percepción del poder del evangelio. La vehemencia, naturalmente, es caracterizada por el poder; y John Knox era un predicador de veras poderoso. El resultado de eso es que él era un predicador muy influyente. El efecto de su predicacion sobre Eduardo VI, la que me referiré más tarde, era extraordinario; y eso se daba no sólo con Eduardo VI, pero con muchos otros también. Es tradicional la referencia al efecto de su predicacion sobre Maria, reina de los escoceses. Él podía hacerla llorar; no bajo convicción, y sí de rabia. Ella lo temía; ella decía que tenía más miedo de sus oraciones y de su predicacion que de muchos regímentos de soldados ingleses. Randolph, hombre de la corte y embajador, dijo lo siguiente, acerca de él y de su predicacion: "La voz de un único hombre es capaz de, en una hora, poner más vida en nosotros que 500 trompetas resonando continuamente en nuestros oídos". La voz de un sólo hombre! Muchas veces un único sermón predicado por Knox cambiaba toda la situación. Cuando los lordes y otros estaban alarmados, temerosos y prestes a desistir, Knox subía a un púlpito y predicaba; y la situación toda se transformaba. Un sólo hombre "más influyente que el resonar de 500 trompetas en nuestros oídos"! Es eso que la predicacion puede hacer, y muchas veces ha hecho. Este era constantemente el caso con Knox. Tal vez uno de los mayores tributos pagados a él, en este aspecto, sea lo que fue hecho inconscientemente por un eclesiástico inglés. Después que Maria subió al trono de Inglaterra, un correcto Hugh Weston fue designado para presidir la una discusión sobre la celebración de la Cena y sobre otras cuestiones, en Oxford, entre Cranmer, Ridley y otros de un lado, y los católicos romanos del otro. Durante la discusion Weston dijo: "Un fugitivo escocés" - lo que quiere decir, un refugiado escocés - "quitó la adoracion y el culto Cristo que había en la ordenanza; como efecto de su acción, esa herejía fue introducida en el más reciente Libro Común, en el Libro de Oración de 1552. A ese punto prevalecía la autoridad de ese único hombre en aquel entonces". Weston no estaba refiriéndose a lo que había acontecido en Escocia, pero en Inglaterra. Ahí vosotros tiene una notable prueba del poder de la predicacion de Knox, procedente del enemigo. Según esos católicos romanos, John Knox fue más responsable por la abolición de la idolatria de la "adoración de la hostia" en la celebración de la Cena que cualquier otro. Eso ilustra el poder de su predicacion. En que sentido, entonces, es cierto decir que Knox fue "el fundador del puritanismo"? La primera respuesta es propiciada por su originalidad de pensamiento, su independencia. El puritano es, por definición, un hombre de independencia, de pensamiento independiente. El puritano nunca es "un hombre de las instituciones oficiales". Digo eso no sólo en términos de la "religión oficial", pero también en términos de cualquier aspecto de la oficialización institucional. Para mí, este es un punto sumamente importante. Hay algunos que parecen haber nacido como "hombres de las instituciones oficiales". Sea cual que sea la esfera de la vida en que se hallen, están siempre del lado de las autoridades, de aquello que siempre ha sido hecho y de las condiciones como son. Su gran preocupación es preservar el pasado. Se hallan en las iglesias libres tan comumente como en la comunión anglicana y noutras formas de cristianismo. Son hombres pertenecientes a lo que es oficial; siempre mantiene esa posición. Pues bien, yo afirmo que el puritano, por su naturaleza y por su espíritu, nunca es un "hombre de las instituciones oficiales", gracias a la independencia y originalidad, a la su lectura personal de las Escrituras y a su anhelo de conocer la verdad independientemente de lo que otros puedan haber dicho o pensado. Segundo, Knox es "el fundador del puritanismo" porque él presenta con mucha claridad los princípios normativos del puritanismo. Es decir, de entrada y por encima de todo, la autoridad suprema de las Escrituras como la Palabra de Dios. No necesito profundizarme en eso. El catolicismo romano pone en primer lugar la iglesia, su tradición y su interpretación de las Escrituras; y todas las iglesias reformadas imperfectamente continuaron a hacer lo mismo. Sin embargo la característica peculiar del puritano es que él asevera la autoridad suprema de la Palabra de Dios. Este era el principio normativo de Knox. Si una cosa no podía ser justificada por las Escrituras, él no a aceptaba, y no permitía que fuera adoptada. El segundo principio normativo era que él creía en una reforma "de raíz y ramos". Esa expresión no es mía; es de él, y vino a ser de otros. Nuestras palabras, los puritanos no se contentaban con una reforma en la doctrina solamente. Ahí es que Knox y ellos discordaban de los líderes, en Inglaterra. Todos estaban de acuerdo cuanto a los cambios en la doctrina. Todos ellos eran calvinistas, y eso y aquello, pero la diferencia del puritanismo es que él no se detiene en una reforma tan solamente doctrinaria, sin embargo insiste en que la reforma sea llevada también a la esfera de la práctica. Esto envuelve todo el concepto sobre la naturaleza de la Iglesia. Para el puritano, reforma no significa sólo modificacion o mejoramiento superficial; significa una "nueva formación" de la Iglesia - no una simple modificación de algo que siempre existió - regida por el Nuevo Testamento y su enseñanza. Ese fue su segundo principio normativo. Él deseaba retornar a la idea neotestamentária de la Iglesia. En conformidad con eso, él decía que la Iglesia tenía que ser reformada en sus ceremonias, en otras palabras, en su manera de conducir el culto y en la administración de las ordenanzas. Él lo expresó de este modo: "En el culto de Dios, y especialmente en la administración de las ordenanzas, la regla prescrita en las Escrituras Sagradas debe ser observada sin aumento o disminución", y "la Iglesia no tiene ningún derecho de inventar ceremonias religiosas y de darles un significado". Fue a causa de eso que le hicieron acusaciones. Decían que él afirmaba "que el hombre no puede formar ni inventar una religión aceptable Dios, pero está obligado a observar y a mantener la religión que de Dios es recibida, sin cambios ni cambios". Él enseñaba también que "las ordenanzas del Nuevo Testamento deben ser administradas como fueron instituidas por Jesucristo y practicadas por todos. Nada se les debe añadir y nada se les debe quitar". Aún: "La misa es una abominable idolatría, una blasfêmia contra la muerte de Cristo y una profanación de la Cena del Señor". Él fue acusado de enseñar esos principios; y de eso era culpado. Esa era su posición. Esos fueron sus principios normativos. Pero, y es decir de vital importancia en esta cuestion, él aplicaba sus principios. Lo que me parece, no existe eso de puritano teórico o acadêmico. Hay los que se interesan por el puritanismo como una idea; pero son traidores del puritanismo, si no aplican sus enseñanzas; pues la aplicación es siempre la característica del verdadero puritano. Es bueno elogiar la "conciencia puritana", sin embargo si usted no obedece a su conciencia, estará negando el puritanismo. Hooper concordaba con Knox en muchas cosas, pero Hooper tenía la tendencia de retroceder sobre aquello en que creía. Cuando Hooper estaba para ser ordenado como obispo, dijo que no usaría las mismas costumbres, y fue mandado para galés; sin embargo, más tarde, él cedió, y usó las costumbres. El punto que estoy afirmando es que el verdadero puritano no solamente ve estas cosas y defiende estas ideas - él las aplica, él actúa basado en ellas. Es en eso que Knox es tan notable, y superior John Hooper. Él sobresale, en su conscienciosa aplicación de aquello que él creía ser el modelo neotestamentário concernente a la naturaleza de la Iglesia, a las ordenanzas y ceremonias, y al ejercicio de la disciplina. Observémoslo, ahora, poniendo esos principios en acción. Primero en Berwick-sóbrelo-Tweed y en Newcastle-sóbrelo-Tyne. Como venimos, él no ponía en práctica la Orden de Oración Común, de Eduardo VI, de 1548, ni seguía las instrucciones del Libro de Oración Común, de 1549. En este aspecto él fue auxiliado por Tunstall. Muchos otros predicadores estaban adaptándose a eso; pero John Knox no. En su ministracion de las ordenanzas, él no era dirigido por los decretos del cuerpo oficial de Inglaterra, bajo lo cual él estaba predicando entonces; ni por el Libro de Oración. Segundo - y este es uno de los puntos vitales - era costumbre recibir la Cena de rodillas. Esta es una práctica anglicana. John Knox fue el primero a enseñar las personas - y no solamente a enseñarlas, sin embargo a ponerlo en práctica – el tomar la Cena sentados. Eso es puritanismo en la práctica. Enteramente por su cuenta, y gracias a su comprensión de las Escrituras, él llegó a la conclusión de que es errado arrodillarse para recibir el pan y el vino. Hay buena evidencia, pienso yo, para decirse que él ya tenía puesto en práctica ese concepto en St. Andrews, antes de hacerse esclavo en las galés francesas; pero, haya sido así o no, el correcto es que él introdujo esa práctica en Berwick; y fue una grande innovacion. Durante siglos, bajo el catolicismo romano, la Cena fue recibida de rodillas, y ese era la costumbre y la práctica en la Iglesia Reformada Anglicana. Otra innovación de la cual él fue el líder pionero, fue que él sustituyó la hostia por pan. Dejó de usar la hostia, que había sido usada durante siglos en la Iglesia romana, y que aún era usada en la Iglesia Anglicana hasta aquel tiempo. Ellos inmediatamente cambiaron eso; entre tanto Knox fue el primero a hacerlo; y lo hizo cuando era ministro en Berwick-sóbrelo-Tweed. Con relación al bautismo, él se negaba a bautizar los hijos de personas que habían sido excomulgadas. Otros ministros lo hacían. Él rechazaba bautismo privado y se rechazaba a hacer la señal de la cruz en conexión con el bautismo. Los conocedores de la subsecuente historia del puritanismo saben que todas estas cuestiones se hicieron cruciales en la posición puritana a través de los años. Knox había introducido esas ideas puritanas, en la práctica, en su ministérío en Berwick y en Newcastle. Knox fue llevado hacia Londres por el Duque de Northumberland y se hizo capellán de la corte y predicador popular. Estamos interesados en su historia allí únicamente como el fundador del puritanismo. Una gran crisis surgió en 1552. Un Libro de Oración reformado fue introducido en 1549, pero casi todos vinieron a concordar que él era inadecuado, y que aún había en él demasiadas reliquias y restantes del catolicismo romano. Por eso se decidió que ellos necesitaban tener un nuevo Libro de Oración, y también nuevos "Artículos de la Religión". Comenzaron a prepararlos y, alrededor de septiembre de 1552, fue producido un nuevo Libro de Oración, en gran medida por Thomas Cranmer. Ellos ya habían redactado también 45 Artículos de la Religión - los cuales fueron la base de lo que finalmente vino a ser conocido como los 39 Artículos. He ahí ahí el punto crucial. Ese nuevo Libro de Oración de hecho había ido para el prelo y debía entrar en uso el día l2 de noviembre de 1552. Ejemplares de ese libro fueron enviados John Knox y a otros capellanes y predicadores, por cortesía, suponiéndose, naturalmente, que todos estarían de acuerdo. Pero, inmediatamente John Knox vio que el libro contenía algo con lo que él no podía concordar. Se quedó insatisfecho también con algunos de los 45 Artículos. El Artículo 38 declaraba "que el segundo Libro de Oración Común, y cada rito y ceremonia, eran santos, pios y sostenidos por las Escrituras de Dios, y en ningún punto eran repugnantes a ellas, tanto en el referente a las oraciones comunes y a la administración de las ordenanzas, cuanto en el referente al ritual". Eso inmediatamente llevó Knox a hallar la sitúacion intolerable. ¿Por quê? Por esta razón extraordinaria: que en ese nuevo Libro de Oración había una norma que mandaba el participante de la Cena recibirla de rodillas. Ahora, eso no había sido declarado en el Libro de Oración de 1549 Por qué no? Porque esa había sido siempre la costumbre y la práctica. Se hacía eso bajo el catolicismo romano, y se continuó por hacer en la Iglesia de Inglaterra; por eso no fue mencionado en 1549. Hooper y otros estuvieron cuestionando esa práctica, así como Knox, y su práctica en Berwick y en Newcastle se hube hecho conocida. Así, Cranmer, Ridley, Pedro Mártir y otros creyeron que debía ser insertada una instrucción en el Libro de Oración diciendo al pueblo que los participantes tenían que recibir la ordenanza arrodillados. Inmediatamente Knox se quedó en dificultad. Como podría concordar con artículos que afirmaban que todo, en ese Libro de Oración, era "santo, pio y sostenido por las Escrituras de Dios"? Eso no era verdad; era mentira. De ahí, que hizo él? Afortunadamente, él tuvo una oportunidad para expresarse. El rey (Eduardo VI) y su corte estaban en Windsor, y cupo John Knox ser el predicador. Con su acostumbrado coraje, él predicó precisamente sobre esa materia, y lo hizo con tal poder y efecto que sacudió el rey en sus bases, en cuanto a esa cuestión, y muchos otros con el rey. Knox afirmaba que arrodillarse era pecaminoso e idolátrico. Acuerden de que él tenía contra sí Cranmer, Ridley y Pedro Mártir, y también que el Libro ya estaba en las manos de los editores, y que de ahí la seis semanas, o menos, debería ser presentado oficialmente, en l2 de noviembre. Bien, este sermon de Knox causó consternación y llevó a mucha actividad. Knox, con uno más o dos, redactó un memorándum exponiendo su argumentación contra el arrodillarse, y pleiteando que el rey y las demasiadas autoridades no insistieran en ese arrodillarse porque era pecaminoso e idolátrico. Ellos presentaron ese memorándum al rey y al consejo. Después de mucha verificación y mucha argumentación, finalmente llegaron a un término de concesión. Knox no consiguió que aquella norma no entrara en el nuevo Libro de Oración; sin embargo obtuvo un mejoramiento vital. Él convencio de tal manera al rey, que este suscribió una declaración, la cual debía ser introducida al Libro de Oración. Era un término que debía ser insertado con el fin de salvaguardar los participantes contra los peligros decurrentes de arrodillarse para que reciban a Cena, y especialmente la possibilidad de idolatría. Hay poca duda de que ese término fue redactado por Cranmer. El aún tiene las marcas de su peculiar ingenio para la transigência. El nuevo Libro de Oración ya fuera impreso, pero aún estaba en las manos de los editores. Que es lo que las autoridades podian hacer? Ellas imprimieron ese nuevo artículo, esa nueva declaración sobre este asunto, en una hoja de papel separada, y el rey promulgó un decreto ordenando que esa hoja de papel fuera encartada en el nuevo Libro de Oración. Los pocos ejemplares del impreso original que restan, aún la tienen. Aquí va el artículo que John Knox, por intermedio del rey, tenía forzado Cranmer a producir. Dice él: "Aunque ninguna orden pueda ser aventada con perfección, de modo que algunos a pueden formular mal o corromperla o interpretarla apenas, sea por ignorancia o flaqueza, o entonces por contumácia y malicia; y aún, porque el amor fraternal lo requiere, con la posible conveniencia, que sean retiradas las ofensas; estando nosotros dispuestos a hacer lo mismo, por cuanto, en el Libro de Oración Común se ordena, en la administración de la Cena del Señor, que los comungantes reciban el pan y el vino arrodillados, práctica que se debe entender en el sentido de humilde y agradecido reconocimiento de los beneficios de Cristo hechos al participante digno, y de evitar la profanación y el desorden que acerca de la celebración de la Cena podrían seguirse; para que el mismo acto de arrodillarse no sea entendido o tomado de otra manera, nosotros declaramos que no se debe entender por él que es prestada alguna adoración, o que se deba prestarla, sea en el pan y en el vino sacramentales allí recibidos físicamente, sea en la presencia real y esencial entendida como siendo de la carne y de la sangre naturales de Cristo. Pues concerniente al pan y al vino de la Cena, estos continúan en sus substancias naturales propiamente dichas y, por lo tanto, no pueden ser adorados, pues eso sería idolatría que todos los cristianos fieles deben repudiar; y en lo concerniente al cuerpo y a la sangre naturales de Cristo, nuestro Salvador, ellos están en el cielo, y no aquí; pues está contra la verdad el verdadero cuerpo natural de Cristo estar en más de un lugar al mismo tiempo". Ese artículo vino a ser conocido como "el artículo negro". El punto que defiendo es que Knox fue el principal responsable por su introducción. El artículo fue añadido al Libro de Oración como salvaguarda contra el terrible peligro de idolatría. Pues bien, esa fue una acción puramente puritana. La reina Elizabeth, cuando subió al trono, excluyó aquel "artículo negro" del Libro de Oración, y él sólo fue restaurado, con ligera modificación, en 1662. He ahí una prueba positiva de que aquel hombre fue el líder del "partido puritano", de esta explícita manéra: él luchó acerca de muchas otras cosas también, pero falló. Él intentó cambiar la doctrina presente en el Artículo 26, sobre la naturaleza de las ordenanzas. Knox enseñaba "que Dios confiere gracia independientemente de las ordenanzas, aunque estas sean una señal de la gracia". Cranmer, por otro lado, decía y publicaba que "la gracia es conferida mediante las dos ordenanzas, que no eran sólo una señal o un canal de la gracia". Ahí, de nuevo, Knox estuvo peleando en favor de una actitud puritana para con las ordenanzas, en contra de Cranmer, Ridley, Pedro Mártir y otros anglicanos típicos. Más una prueba del "puritanismo" de Knox durante aquel periodo en Londres está en esto: como resultado del problema como el Libro de Oración, Knox se habia hecho un hombre y un líder tan prominente, que le fue ofrecido el obispado de Rochester. Sin embargo, él lo rechazó. Hooper acepto el obispado de Gloucester, sin embargo Knox no quiso aceptar; y la única explicación de su rechazo está en sus principios puritanos. Él jamás creyó realmente en obispos. En el tiempo que él pasó en Frankfurt, allí, de nuevo, una cosa muy interesante aconteció. pidieron a Knox que saliera de Ginebra, donde él estaba estudiando bajo Calvino, para ser uno de los pastores de la iglesia de los refugiados ingleses que se encontraron en Frankfurt. Eso es ciertamente extraordinario. He ahí una iglesia inglesa, una iglesia fundada por algunos grandes ingleses que habían necesitado huir para que sobrevivan; y ellos pidieron a aquel escocés que fuera su ministro. Por quê? Thomas Fuller, un inglés típico, y no puritano, escribiendo el siglo subsecuente se expresó así: "Vosotros pueden hallar incongruente que, entre tantos teólogos ingleses capaces que se hallaban en el exterior, un escocés fuera el pastor de la iglesia inglesa de Frankfurt, de más visible y conspicua además; y fue así por que vean el reconocido mérito de Knox, que lo hizo aceptable, a pesar de ser extranjero". Esa es una buena colocación. Ahí está la prueba de un gran hombre: él cambia de opinión. El hombre pequeño es aquel que nunca muda de opinión. Él continuó, explicando por qué había cambiado, y diciendo que las dificultades de Inglaterra bajo Maria eran castigo de Dios sobre ellos por que no hubieran realizado la Reforma de manera más completa, y especialmente cuanto esta cuestion del Libro de Oración. Allí él expone clara y abiertamente su actitud para con el Libro de Oración. Esto resultó en su expulsión de Frankfurt; así, él fue para Ginebra. La primera tentativa de una iglesia puritana entre ingleses, fue esa en Frankfurt. Fue un fracaso porque Cox y sus amigos recurrieron al despreciable recurso de acusar falsamente John Knox de alta traición al emperador, el juez político. Esa acusación se basaba en ciertas cosas que él tenía dicho y publicado, en un sermón que hube predicado una vez en Amsterdam.
Habiendo fallado de ese modo en Frankfurt la primera tentativa de formar una iglesia puritana, Knox y los que lo apoyaban fueron para Ginebra; y lo que hubo fracasado en Frankfurt, vino a ser un éxito en Ginebra. Allí Knox introdujo la Orden del Culto que había sido experimentada y rechazada en Frankfurt. Ella se hizo la Orden del Culto de Ginebra. Es conocida como el Libro de Ginebra. Esa Orden, en el Libro de Ginebra, no era de Calvino. Calvino también tenía su Orden; todavía esa era primariamente de John Knox, y fue la que él introdujo subsecuentemente, cuando volvio para Escocia, la cual ha sido usado, desde aquel tiempo, en la Iglesia de Escocia como su Libro de Orden oficial. Por lo tanto, en Ginebra tenemos la primera iglesia verdaderamente puritana entre ingleses. Que Esto sea uno de los más fuertes argumentos para afirmar, con Carlyle, que John Knox es el fundador del puritanismo inglés. Fue también mientras en Ginebra que él formuló su concepto en cuanto a los príncipes, y en cuanto a la actitud del cristiano para con "los poderes que existen". En eso él estuvo al frente de Calvino, y este es también una señal de su verdadero puritanismo. Yo afirmo que no se puede entender verdaderamente la revolución que ocurrió aquí en Inglaterra, el siglo siguiente, excepto a la luz de esta enseñanza. Allí estaba la primera apertura de la puerta que llevó al desarrollo posterior.También, mientras estaba en Ginebra, él publico su famoso tratado intitulado El Primer Toque de la Trompeta Contra el Monstruoso Gobierno de las Mujeres ("The First Blast of the Trumpet Against the Monstrous Regiment of Women"), el monstruoso "gobierno" ejercido por las mujeres. John Knox creía que era contrario a las Escrituras que se tenga una reina ejerciendo el gobierno sobre el pueblo, y presentaba declaraciones específicas de las Escrituras para justificar su actitud. El resultado fue que Knox ofendió mortalmente la reina Elizabeth. Ella nunca lo perdonó; pero, a pesar de eso, él preparó un segundo Toque, que nunca llegó a publicar. Eso tampoco sólo indica su coraje y su independencia de pensamiento, sin embargo, yo lo afirmo, es igualmente una parte de su puritanismo esencial. Tal vez yo deba añadir, para completar mi narrativa, que, a veces, Knox se permitía algo de casuística. Él presentaba una explicación de cómo, a despecho de la clara enseñanza de las Escrituras sobre esa cuestión de una mujer monarca, en las circunstancias peculiares que prevalecian en la época, era admisible que Elizabeth, en Inglaterra, y Maria, en Escocia, actuaran por un tiempo como monarcas. Había ahí una pizca de casuística. Pero, su principal posición era la establecida en el primer Toque. Más un hecho debe ser mencionado aquí. La reina Maria Tudor murió, y Elizabeth subió al trono, en 1558. Knox vio inmediatamente el surgimiento de nuevas posibilidades, y así escribió Breve Exortacion a Inglaterra a Abrazar Rápidamente el Evangelio de Cristo De ahora en adelante, a la Supresión y al Banimento de la Tiranía de Maria ("La Brief Exhortation to England que sea the Speedy Embracing of Chrisfs Gospel Heretofore by the Tyranny of Mary Suppressed and Banished"). Él envió eso de Ginebra, en 1559; y Elizabeth hizo fuerte objeción a ese escocés que estaba escribiendo a los ingleses para decirles que se conduzcan en sus quehaceres. Él escribió en términos muy fuertes. Él naturalmente estaba muy preocupado con el estado de la Iglesia inglesa. Él fuera pastor entre refugiados ingleses en Frankfurt y en Ginebra, como también, anteriormente, en Berwick-sóbrelo-Tweed y en Newcastle. Por eso les dirigió ese gran llamamiento. Les recuerda lo que había acontecido en el tiempo de Maria, y de nuevo los presiona con la idea de que fuera un juicio de Dios sobre ellos. Los llamó al arrepentimiento y a la conversión, y después partió para una declaración extrema, que no puedo defender. En ese punto él era intolerante. Dijo él que "nadie debía ser dejado libre del yugo de la disciplina de la Iglesia, ni tener el permiso de declinar de la religión de Dios". Y más, el príncipe o el rey o el emperador que intentara destruir la verdadera religión de Dios debería "ser condenado a la muerte, según el mandamiento de Dios". Permítanme decir el siguiente, para ablandar: Knox nunca fue instrumento o causa de alguien ser llevado a la muerte. Él afirmaba eso en principio, sin embargo nunca lo puso en práctica. Esa fue una de las declaraciones extremas que es difícil defender.
En esa exortacion a Inglaterra, en ese programa de reforma eclesiástica y educativa, él defendió el establecimiento de escuelas donde el pueblo fuera doctrinado e instruído en las Escrituras. Ese era un programa para reforma eclesiástica y educativa y, yo les garantizo, fue el primer esbozo impreso sobre reforma publicado por el partido puritano de la Iglesia nacional. Es un documento de peso. Fue la primera declaración impresa de los principios puritanos con vistas a la Iglesia y a la su administración. En ella Knox muestra su aversión por los obispos y sugiere, como reforma práctica, que todo obispado fuera dividido en diez partes, que donde hubiera un lord obispo, debería haber diez hombres, que esos hombres deberían predicar regularmente, y que esas grandes diócesis, y esos príncipes de la Iglesia fueran abolidos. Las grandes diócesis deberían ser reducidas a diez cuerpos de más fácil administración, y hombres piadosos y doctos deberian recibir instrucción para predicar y instruir el pueblo en cada ciudad y villa. En aumento, él defendía la implantación de escuelas. Después él volvió para Escocia y allá permanecio hasta el fin de su vida. Pero eso no puso fin a su relación con el puritanismo inglés. Él comenzó a oír que aquellos que lo habían seguido, en otras palabras, los verdaderos puritanos, estaban siendo perseguidos por los obispos, algunos de los cuáles habían sido miembros de las iglesias de Frankfurt y Ginebra. Así, de Escocia él escribió una carta a los obispos de Inglaterra, reclamando y pleiteando con ellos que no persiguieran los puritanos. Él escribe como un verdadero puritano a aquellos otros puritanos que estaban comenzando a ceder en la Inglaterra, y él muestra claramente su actitud para con las costumbres, las cuales describe como "trapos romanistas". Allí habla el verdadero puritano. Él escribió una carta, también, a los sofredores de Inglaterra, en 1567. Esa carta causa perplejidad a algunos porque parece enfurecerlos. Algunos de aquellos puritanos sofredores escribieron para él, rogándole que se pusiera claramente al lado de ellos. Él ya había hecho eso, en un sentido, en su carta a los obispos; sin embargo él respondió a aquellas personas y las exhortó a que no rompieran, a no perturbar la orden, "siendo entendido que deberían mantener acuerdo por la paz y por la unidad, por algún tiempo". En otras palabras, él les dijo que no cortaran los lazos, que no fueran separatistas. Él se opuso a la separación; déjenme acentuar, sin embargo, que él introdujo la expresión "por algún tiempo". Muchas veces Knox es apenas comprendido en este punto. Hay los que argumentan que él no creía en separación, y que él estaba de hecho del lado de los "puritanos conformistas". No era ese el caso. Esa carta es sólo otro ejemplo e ilustracion de su extraordinario espíritu de discriminación. Knox siempre pareció entender que la situación de Inglaterra era peculiar; y él estaba en lo correcto. Ese escocés tenía el sentido, la comprensión y la capacidad de ver que el inglés es sui generis. El inglés - y vosotros no pueden ignorar estas cosas -tiene ingenio para la transigência. Él detesta definiciones y declaraciones precisas. Él hasta se ufana del hecho de que, cuando tuvo un imperio, no tenía una constitución escrita! Él se gloria en el hecho de que siempre "estuvo en confusión". Knox siempre reconocio eso, de modo que cuando estaba en Londres, estaba pronto a hacer cosas que no hube hecho en Berwick y en Newcastle, y que, más ciertamente aún, no hizo y no haría en Frankfurt y en Ginebra, ni cuando volviera para Escocia. Pero cuando él escribe para esos hombres de la Inglaterra, sabe que la situación es diferente; y así, pareciendo contradecirse, los aconseja a que toleren ciertas cosas, y a conformarse. Argumenta que, mientras que las autoridades continúen predicando la verdad en general, ellos no deberán romper con ellos sobre esta cuestión particular. Observen que él da énfasis "por alguno tiempo". Creía que aún había esperanza de que el poder de la verdad inmediatamente fuera a prevalecer y que todos verían que deberían despojarse de los "trapos romanistas" y de todas las reliquias del romanismo. Naturalmente, eso no ocurrió; y Knox murió en 1572. Así, lo que parece incoherencia es, antes, una señal de sabiduría y de comprensión. Su influencia sobre el puritanismo no termino ahí. Continuó incluso después de su muerte. Knox escribió una Historia de la Reforma en la Escócia ("History of the Reformation"), y es muy interesante observar que la Historia fue publicada por primera vez, no en Escocia, y sí en la Inglaterra, por los puritanos, en  1587. No sólo eso, John Field, un puritano prominente que publicó otro tratado de autoría de John Knox, en la introducción de ese tratado lo honró con el más caluroso tributo refiriéndose a él como "muy digno y notable instrumento de Dios" y describiendo el tratado como "un sello de sus piadosos y maravillosas labores, llevando en la vanguardia el espíritu heroico y audaz que él era". La influencia de Knox continuó aún el siglo siguiente. John Milton, al escribir un tratado justificando la condena a la muerte de Carlos I, criticó duramente John Knox. Por eso es por lo que yo doy tanto énfasis a la perspicacia y a la comprensión de las Escrituras en esta cuestión de, no solamente que se oponga a los gobernantes a veces, sin embargo incluso, si necesario, de condenarlos a la muerte. El hecho de que John Milton reconoció eso, ciertamente es una poderosa prueba de que Knox es el fundador del puritanismo. En 1683, cuando Carlos II estaba comenzando a mostrar abiertamente que era un católico romano, a la orden de las autoridades las obras de John Knox fueron quemadas en público en Oxford, y fue promulgada una prohibición de que sus obras fueran leídas. Observen: en 1683, y Knox murió en 1572! Su influencia continuaba y era temida. Él es de hecho el fundador del puritanismo inglés, así como del puritanismo de Escocia. Consideremos el caso de los Padres Peregrinos. Knox está por detrás de toda la actitud de ellos para con el Estado y para con los gobernantes; y así él es, como Thomas Carlyle afirma, el fundador del puritanismo americano, exactamente de la misma manera. En la verdad, yo argumentaría que, de muchas manéras, él es el padre de la Guerra de la Independencia Americana, que llegó la una triunfal conclusión, del punto de vista de los colonizadores, en 1776. Fue él que abrió la puerta para todo eso. Que haremos con ese hombre? Él fue un hombre para la suya era; un hombre para sus tiempos. Para épocas especiales son necesarios hombres especiales; y Dios siempre produce tales hombres. Un hombre blando habría sido inútil en Escocia del siglo 16, y en muchas partes de este país. Era necesario un hombre fuerte, un hombre austero, un hombre corajudo; y ese hombre era John Knox. Martin Lutero era del mismo molde. Dios usa diferentes tipos de hombres, y les da personalidades diferentes. Hombres diferentes son necesarios en tiempos diferentes. En aquellos tiempos era necesário un carácter heroico y rudo; y Dios produjo el hombre. Para que nadie continúe pensando que él era un hombre duro, concluyo haciendo referencia a la su extraordinaria humildad. "Humildad en John Knox?", dirá alguien. Él era un hombre sumamente humilde. El hecho de que un hombre lucha ousadamente por la verdad y no se rinde, no significa que él no es humilde. Él no está luchando en su propio favor; está luchando por la verdad. Puedo probar que John Knox era un hombre mucho más humilde que muchos que pertenecen al ministerio hoy. Después de su conversión, él estaba en St. Andrews, y fue invitado para predicar; sin embargo él se rechazó a hacerlo. Él no quiso predicar, alegando, y estas son sus palabras, "que él no quería actuar donde Dios no lo hube llamado", queriendo decir que no quería hacer nada sin un sentido de legítima vocación. Knox no quería predicar sin estar absolutamente correcto de su vocación. Un capellán llamado John Rough se dirigió la Knox cierto día, y le pidió que predicara y no rechazara la invitacion. Pidió a los presentes que mostraran que ellos le habían solicitado que invitara Knox, y los presentes dijeron que fuera así. Allí estaba toda una iglesia local convocando Knox para predicar. Cual fue su respuesta? "Delante de eso Knox se cayó en lágrimas y se retiró para su cuarto." Se quedó en un estado de profunda depresión y ansiedad, hasta que llegó el día de su primer sermón. "Todos podían ver cómo él estaba sacudido, pues él nunca sonreía, evitaba compañía cuanto podía, y pasó todo el tiempo ensimismado." Que contraste con aquellos que están siempre listos a subir corriendo al púlpito para predicar! Eso es verdadera humildad, y también el espíritu puritano. Es "el temor del Señor", el recelo de quedarse entre Dios y el hombre, y de proclamar "las insondábleis riquezas de Cristo". Nunca el puritano cree que todo aquel que fue convertido es, por eso, llamado para predicar, ni que él puede hacerlo siempre que que quiera, atendiendo a su propio llamado. Él quiere tener certeza de que es llamado, porque la profunda conciencia del carácter sagrado de la tarea. la semejanza de Pablo, el apóstol, él lo hace "en flaqueza, y en temor, y en gran temblor" (I Coríntios 2:3). Knox generalmente es tenido como arrogante, y como alguien que era rudo en la presencia de Maria, reina de los escoceses. Pero eso todo se basa en la falacia de aquello que hace del hombre un elegante afectado. Se basa también en una errónea comprensión de la verdadera feminidad, y de lo que una verdadera mujer aprecia. Pero ese no es el hombre que las mujeres aprecian, pues una mujer digna de ese nombre no da la mínima para una delicadeza afectada. La verdadera mujer le gusta el hombre fuerte; y cuando leemos la vida de Knox, vemos que muchos de sus correspondientes eran mujeres. Ese reformador austero, ese hombre que combatía lordes y príncipes, y que solía oponerse a las autoridades, pasaba mucho tiempo examinando los pormenores de aquello que una vez Charles Lamb describió como los "sarampiones y paperas del alma". Aquellas mujeres tenían sus problemas y dificultades personales, sus "casos de conciencia"; y él siempre tenía tiempo para escribirles. Y muchas veces escribía extensamente, con mucha amabilidad. Cuando él estaba en Ginebra, dos mujeres hicieron un peligroso viaje por tierra y mar con el fin de aproximarse de él y de participar de su ministerio. Su correspondencia con su suegra, la Sra. Bowes, y también con La Sra. Ann Locke, durante muchos años, es prueba positiva de que ese hombre tenía un espíritu afectuoso, cuando era necesario conocerlo de cerca y cuando él sabía que estaba lidiando con una alma veraz, sincera y genuina. Ese es otra señal de su humildad. He ahí otra señal: cuando volvió para Escocia, él nombró superintendentes en la Iglesia - no obispos. Hizo eso porque era esencial en la época. Fue sólo un expediente temporál, eliminado más tarde; pero lo interesante es que él mismo nunca fue superintendente. Él fue tan solamente un predicador, hasta el fin. Nunca se designó a sí mismo como superintendente, y mucho menos como arqui-superintendente. Todas esas cosas son señales, no solamente de su humildad, como también de su esencial espíritu puritano. Así, digamos adiós a este noble, rudo, y pero tierno y hasta amable espíritu, al dejar él este mundo y recibir su recompensa eterna. He ahí un relato hecho por la hija de él: "Cerca del mediodía, él pidió a la esposa que leyera en voz alta el capítulo 15 de la Primera Epístola a los Coríntios, y dijo que encomendaba su alma, su espíritu y su cuerpo Dios, señalando con tres dedos el alma, el espíritu y el cuerpo. Alrededor de las 5 de la tarde él dijo: "Lee la parte donde yo lanzo mi primera ancla", y su esposa leyó para él el capítulo 17 del Evangelio Según Juan. Cuando fueron leídas las oraciones vespertinas, cerca de las 10 de la noche, su médico le preguntó si El todavia escuchaba las oraciones. Knox respondió: "Hubiera querido Dios que vosotros y todos los hombres las oyeran como yo las oí; y Dios envio por este su sonido celestial". "Ahora llego", añadió inmediatamente después. Esas fueron sus últimas palabras, y no puede haber ninguna duda que, cuando él iba atravesando, las trompetas celestiales resonaron en el otro lado, cuando este gran guerrero de Dios entró, y recibió su eterna "corona de gloria".

martes, 17 de febrero de 2015

CUARTO SERMON SOBRE PENTECOSTES



"Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo: el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo" (Hechos 2:18-21).

El pasado día del Señor demostramos como a la venida de Jesucristo Dios había derramado sus grandes tesoros sobre el mundo, de manera que hombres y mujeres, tanto jóvenes como ancianos, llegaron a ser partícipes de su gracia. Ahora bien, las riquezas que fueron derramadas por medio de la bondad de Dios no eran riquezas terrenales, las cuales hubieran podido perecer y terminar, sino el Espíritu Santo de quien proceden todas las riquezas de salvación. Además hemos demostrado que aquello no fue únicamente para determinado momento, sino que Dios está dispuesto a continuar lo que ha dicho, y que aun hoy somos enriquecidos por sus dones, siempre y cuando no nos prive de ellos. Pero nosotros somos tan miserables que por nuestra ingratitud somos despojados de ellos; hoy su liberalidad no es menor que en el tiempo de los apóstoles, para hacemos partícipes de la misma gracia que él derramó sobre ellos; pero nosotros somos tan incrédulos que le cerramos el camino por el cual quiere venir a nosotros. Porque cuando nos llama a su presencia por medio de su palabra para hacernos partícipes de su Espíritu Santo, nosotros nos alejamos; y pareciera que nos hemos conspirado para oponernos y desafiarlo a él. Y en vez de que jóvenes y ancianos, hombres y mujeres todos sean llamados a ser partícipes de su gracia, y en vez de que todos se esfuercen por recibir el Espíritu Santo, a efectos de perseverar más y más en él, vemos que los ancianos están más endurecidos y son más obstinados que los demás y que los jóvenes desbordan con todo mal; y si alguien argumenta con ellos, se enfurecen, y pareciera que lo van a arruinar todo. Los hombres, en vez de ser como corresponde, llenos de virilidad y agilidad mental, para estar atentos a la palabra de Dios, son testarudos como las bestias brutas. Las mujeres, en vez de ser como corresponde, humildes y andando con toda modestia y honestidad, están llenas de lascivia, pompa, vanidad y toda cosa vana y superficial. De manera entonces, ahora vemos que silos hombres no gozan de los dones del Espíritu Santo que aquí dice enviar sobre sus siervos y siervas, no es porque él ha cambiado su propósito, sino porque nosotros no le permitimos hacernos bien, porque cuando él se acerca, nosotros nos alejamos. Entonces, no es él la causa por la cual nosotros no recibimos todos sus dones, porque el profeta dice, "Dios derramará su Espíritu Santo sobre toda carne."
De manera especial dice: "Sobre toda carne," es decir, sobre todas las personas sin excepción. Es cierto que es a los judíos a quien fue enviado Jesucristo, no solamente para librarlos de la cautividad del diablo, sino también para hacerlos participes del Espíritu Santo. Pero ahora que estamos reunidos todos en una misma iglesia, no resta sino que cada uno muestre el efecto de nuestro cristianismo y de las gracias que Dios ha obrado en nosotros; luego, no debemos dudar de haber recibido los dones del Espíritu Santo, porque dice que Dios los ha derramado, no sobre uno sólo, no sobre doce, sino sobre todos en general. No basta con jactamos de ser cristianos, si no se demuestra el efecto, y si no es sabido que no en vano nos atribuimos este título de cristiandad. No tenemos que hacer como muchos, incluso como los que están en el papado, que no dan importancia ni a Dios ni a su palabra, que se conforman con el mero título de "cristiano," y con los medios para destacarlo, y a quienes el resto no les importa en absoluto. Cuando se les pregunta si son cristianos, ¿qué respuesta dan? Les parece a ellos que es un gran error hacerles semejante pregunta "¿Cómo es esto?" dicen, "¿acaso no somos cristianos? ¿Acaso no hemos recibido el bautismo?" "Si, ciertamente, pero ¿qué fe tienen por causa de ello?" Dirán que creen lo que la santa iglesia cree, y de esa manera tienen una fe empaquetada,  de la cual los maestros les ha enseñado diciendo que si creen lo que cree la iglesia, es suficiente para ellos. Si se les pregunta cómo tiene que servir a Dios, dirán: "No es preciso que sepamos eso." Y es una auténtica venganza de parte de Dios de castigar la iniquidad de los hombres cuando se ve que pobres y ignorantes son guiados así por semejantes maestros de Satanás de modo que queden atrapados en el mismo hoyo con ellos. Vemos entonces cómo el cristianismo ha sido sumergido por el Ídolo de Roma en toda mentira y falsa doctrina. ¿Y por qué ha ocurrido así? Porque los hombres han cerrado el camino a la palabra de Dios y estuvieron dispuestos a ser sumergidos en la falsedad.
Ahora bien, no obstante, considerémonos a nosotros mismos y no condenemos ni a los papistas ni a ninguno otro sin aplicar esta doctrina plenamente a nosotros. Tenemos el evangelio que es la doctrina de toda sabiduría, y, sin embargo, ¡cuán sordos y testarudos somos! Se nos predica todos los días; no obstante, ¿qué testimonio tenemos de ser siervos de Dios? Porque (como hemos discutido el pasado día del Señor) no sabremos cómo Ser siervos de Dios hasta ser participes de su Espíritu Santo, que no en vano es llamado "el Espíritu de Sabiduría." Porque de esa manera se nos demuestra que no sabremos cómo tener ni siquiera la menor de las gracias del Espíritu Santo, para perseverar, a menos que Dios lo aumente a él más y más en nosotros. Es cierto que no todos lo tendrán en igual medida, pero eso no nos impide que aprovechemos nuestro pequeño talento. Si una persona tiene el don de lenguas no tendrá la gracia que algún otro podrá tener. Y es lo que dice San Pablo: "Dios dará a cada uno conforme a la medida en que somos miembros de Jesucristo; como también vemos que los miembros de un cuerpo no tienen todos el mismo oficio; porque los pies harán lo que las manos no sabrían cómo hacer, los ojos están aplicados a un uso diferente al de los oídos; y de igual manera con todas las otras partes de cuerpo. Es así cómo nuestro Señor derramará su Espíritu Santo, sobre algunos de una manera diferente que sobre otros. Sin embargo, es siempre el mismo Espíritu, y si queremos ser reconocidos como cristianos tenemos que comprender lo que está escrito, es decir que es Dios quien nos gula por medio de su Espíritu Santo, a efectos de que no seamos como ciegos que andan en incredulidad." Suficiente con esto en cuanto a que, "Dios derramará su Espíritu Santo sobre toda carne."
Además, cuando dice que "Profetizarán," el profeta quiso indicar que, cuando Dios nos instruye lo hará con tal perfección que la doctrina no solamente será para nuestro provecho, sino que también enseñaremos a otros. En efecto, aquel que haya recibido más de los dones de Dios que otros, tendrá tanta mayor responsabilidad de instruir a los humildes y pequeños, dedicándose a enseñar a sus vecinos.  De manera entonces, sepamos que nuestro oficio es, habiendo sido enseñados por Dios, el de guiar a que otros lo conozcan. Es lo que dice Isaías: "Tome cada uno la mano de su prójimo para ayudarle a subir al monte santo."  Y es este uno de los puntos principales por los cuales Dios aprueba nuestra fe cristiana, cuando tenemos esta caridad hacia nuestros semejantes instruyéndolos en la obra de Dios. Ahora bien, esto es hecho por medio de la doctrina que de él hemos recibido por la mano de sus apóstoles, los que salieron (según hemos argumentado el pasado día del Señor) de la fuente que es Jerusalén, cuyos ritos inundaron todo el mundo, de manera que cada uno no sólo podrá recibirla por si mismo, sino que la distribuiremos a nuestros vecinos. Es cierto que no todos son doctores para enseñar; pero si somos cristianos tenemos lo suficiente con qué exhortar a nuestros vecinos.
Ahora venimos a la Otra parte de la profecía de Joel, donde dice: "Dios enviará señales terribles y maravillosas, sangre y fuego y vapor de humo," con lo que el profeta quiso indicar que cuando Dios visite a su pueblo con la venida de Jesucristo, aunque se ha prometido gran bendición y felicidad, ello no significa que no hemos de ver cosas horribles y maravillosas. Y era sumamente necesario que tuviéramos esta advertencia, para que pudiéramos saber que la venida de Jesucristo no fue para ponernos en este mundo como en un paraíso, y a efectos de vivir cómodamente aquí; si no que Jesucristo fue enviado con otro propósito,es decir, de librarnos de estas cosas aquí abajo y de subirnos al cielo. En efecto vemos que jamás podrían haber ocurrido cosas tan terribles y maravillosas como las que ocurrieron en la venida de Jesucristo. Si alguien pregunta por qué ocurrieron semejantes cosas aún después de haber sido revelado Jesucristo, es porque somos tan malvados que no queremos recibir los dones que él quiere darnos. Ahora bien, cuando el Señor se nos presenta en persona y nosotros lo rechazamos, ¿acaso no es preciso entonces que él levante su mano y golpee de tal manera con relámpagos y tormentas que seamos conmovidos y turbados por semejante ingratitud? Es por eso entonces, que dice que cuando Dios haya derramado su Espíritu Santo, habremos de ver cosas asombrosas, y que, cuando hayamos arriba al interior del cielo, y abajo, sobre la tierra, habremos de ver problemas tan grandes y cosas asombrosas, que aparentemente los cielos se hundirán y se mezclarán con la tierra; el sol se oscurecerá, la luna se convertirá en sangre, las estrellas caerán del cielo y aparecerán otras señales maravillosas. Es cierto que cada una de ellas está reservada para el día final; pero el profeta quiso referirse a todo el reino de Jesucristo, hasta venir como Juez en el día final. Entonces, tenemos que aplicar a nuestro tiempo todas las señales que se declaran aquí. Porque si hemos de considerar las cosas que han ocurrido desde que fue predicado el evangelio, no podemos suponer que no hayan sido contados los cabellos de nuestra cabeza. Es cierto que si viéramos lo que fue hecho en la venida de Cristo, quedaríamos muy deprimidos si no aterrorizados por ello; no obstante, si consideramos bien lo que ocurre todos los días, tendremos motivos aún mayores para asombramos. De manera entonces que el profeta no quiso indicar para sólo un determinado tiempo las señales que aparecerían en la venida de Jesucristo. Porque si bien en su venida exhibió estos grandes tesoros para distribuirlos a todos ellos, no obstante habremos de ver juicios maravillosos causados por la ingratitud de hombres que no quisieron recibir lo que les fue presentado. Incluso es eso lo que Jesucristo dijo al hablar de la destrucción del templo. Están allí los discípulos que le preguntan cuándo ocurrirán estas cosas, y cuál será la señal de su venida y de la consumación del mundo; porque, igual que todos los judíos, tenían la necia opinión de que el templo debía permanecer hasta la consumación del mundo, y que aún podrían reinar en paz como príncipes terrenales. Eso fue entonces, lo que los impulsó a hacer esta pregunta, si bien Jesucristo no había hablado del día final. Ahora él les responde: "Ustedes verán cosas asombrosas y terribles; ustedes piensan que van a seguir aquí abajo en paz y que van a reinar cómodamente; pero ocurrirá todo lo contrario, porque pronto vendrán seductores, luego el diablo se esforzará para que por todas partes se siembren doctrinas falsas,, habrá pestilencias, guerras, hambres, de manera que aparentemente el mundo entero se trastornará.  Y cuando vean estas cosas aun no será el fin; porque Jerusalén será destruida." Y con ello indica que por cuanto los judíos tenían tranquilidad de vida en este mundo, ahora tendrán que experimentar los juicios de Dios descendiendo sobre la ingratitud de los hombres, los que luego serían esparcidos por el mundo entero. Consecuentemente alega que: "Después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá, y la luz no dará su luz, y las estrellas no brillarán desde el cielo, y los poderes del cielo serán conmovidos." Esta es una declaración semejante a la del profeta, como si dijera: "No solamente aquí abajo se verán grandes problemas, pero si alguno levanta su mirada, verá que en todas partes hay confusión." No obstante, no debemos ser dejados sin consuelo. Porque si bien vemos muchos problemas y divisiones arriba y abajo, de manera que habiendo dado vuelta al mundo entero solamente veamos toda clase de maldad, no obstante, debemos tener causa para regocijarnos en el Creador de todas estas cosas. Ese es el resumen de lo que intenta mostrar el profeta.
Y ahora esto es dirigido a nosotros. Porque cuando Dios nos visita y nos da su doctrina, no es para que vivamos cómodamente en este mundo, y que estemos exentos de guerras, hambres y pestilencias; en cambio, debemos ser sabios, cuando nos ocurran tales cosas, cuando estemos en todas partes tan confundidos que no sepamos cual será el resultado de todo ello; digo que entonces debemos preparamos para soportar pacientemente tales aflicciones, las cuales no deben parecernos extrañas; porque ellas nos sobrevienen debido a la ingratitud que hay en nosotros. Nuestro Señor no quiere otra cosa sino mostrarse a nosotros como un Padre dulce y amoroso, y si no pudiéramos soportarlos se vería que no es sin causa que él nos llama sus hijos delicados; pero puesto que somos tan torpes, que no queremos ni recibirlo ni reconocerlo como Padre, ¿acaso no es preciso que nos castigue por semejante incomprensión? Debemos saber que su autoridad sobre nosotros no será menor que la de un padre, y no obstante, cuando nos envía aflicciones, por muy grandes y severas que ellas sea, no debemos caer en la desesperación; debemos saber, en cambio, que ellas nos vienen por nuestra ingratitud. Así es, en resumen, como deberíamos considerar los juicios de Dios, y que lo predicho por los profetas se está cumpliendo delante de nuestros ojos.
Ahora llegamos al consuelo que nos ofrece el profeta, es decir: "Y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo." Si hubiera dicho únicamente lo que ya hemos mencionado, podríamos estar totalmente asombrados; porque lo mencionado aquí solamente sabría causarnos desconsuelo; pero aquí está el consuelo que él nos ofrece, que si invocamos el nombre de Dios tendremos salvación; aún en medio de los mayores problemas y divisiones posibles; aún cuando el infierno esté listo para tragarnos, hay un refugio que nos ha sido asegurado, siempre y cuando pongamos nuestra confianza en Dios a efectos de invocarlo a él. Cuando un hombre se encuentra en tribulación y prueba, el diablo se las ingeniará para mofarse de él, de manera que no tenga acceso a Dios. Pero aquí hay un gran consuelo que debiéramos apropiarnos viendo que Dios no tiene ningún límite predeterminado para nosotros cuando le invocamos; si no que, cuando estamos en las profundidades podemos invocarle osadamente. Porque, puesto que el profeta dice, que aquel que invoca el nombre del Señor será salvo, así también, por el contrario, aquel que no le invoca será condenado, aunque esté como en un paraíso. Incluso los ángeles, sin esta invocación, podrían ser rechazados por Dios, lo cual sin embargo, no puede ocurrir. Pero de esta manera vemos que es imposible tener la capacidad de existir un minuto en este mundo sin invocar a Dios. Entonces, aquí hay una lección que seguramente debiéramos grabar con frecuencia; porque el profeta hace un pronunciamiento sobre todos los que no invocan el nombre de Dios, diciendo: "Todo aquel que invoque el nombre de Dios será salvo." De ello se deduce, por otra parte, que aquel que no le invoca será condenado. Y puesto que somos tan fríos y que con tanta facilidad somos apartados de invocar el nombre de Dios, el profeta quiso significar que no debemos desistir de invocar a Dios en medio de todos los problemas que puedan sobrevenimos; aún cuando cielos y tierra hayan conspirado contra nosotros, es entonces que debemos dirigirnos a Dios, tanto con el corazón como con la boca y con todas nuestras facultades. Pero no basta con que tengamos abie
Juan Calvino
rta nuestra boca para decir un Pater Noster, o quizá para decir en una lengua conocida, "Padre nuestro, que estás en los cielos" si no hay un verdadero afecto del corazón fundado en la fe. De otra manera podríamos repetir esta oración diez, veinte, treinta veces, y no serían sino palabras arrojadas al aire. También dejo a aquellos que agregan su Ave Maria, creyendo que con esos trozos de basura realmente están invocando a Dios como él lo demanda. Pero esa gente está muy lejos de la verdadera invocación de Dios; son brujas y hechiceros que no pueden olvidar sus viejas supersticiones diabólicas. Ahora bien, no debemos asombrarnos demasiado por semejantes vestigios de Satanás; porque esas personas nunca tuvieron, y al presente todavía no tienen ninguna fe en Jesucristo. Y por eso, (como dice San Pablo) "¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído?" Este es un pasaje que tenemos que notar bien; porque san Pablo nos declara que cuando se nos menciona el invocar el nombre de Dios, nosotros debemos buscarlo como nuestro Padre; sabiendo que en él tenemos todo beneficio y que é1 está dispuesto a recibirnos tan pronto como regresamos a él. De otra manera, ¿qué coraje tendríamos sin esto, para dirigirle nuestras peticiones? Es consecuencia, tendríamos que estar totalmente seguros de que al invocar al Señor Dios en verdad él nos recibe. Mediante esto se ve cuán fantasiosa es la fe de los papistas. Ellos afirman que de ninguna manera hay que pensar que uno será oído por Dios cuando le invoca, porque nadie sabe si está o no en un estado de gracia, y pensar que sí sería una presunción demasiado grande. ¿Qué hay que hacer entonces? Afirman que hay que orar en actitud dudosa, y que basta con que uno esté totalmente consagrado a la santa iglesia de ellos, es decir, que uno siempre tenga a flor de labios esta respuesta: "Yo creo lo que cree la santa madre iglesia" Es por eso que ellos siempre tienen una fe llena de dadas y oculta,  y San Pablo declara que Dios los deshereda. Porque el evangelio tiene que ser predicado, no para hacernos dudar, sino para aseguramos nuestra salvación. Entonces, es muy fácil juzgar en qué consiste la fe de los papistas, en la cual también estuvimos en el tiempo de nuestra ignorancia. Tenemos que saber que Dios ha obrado Una gracia particular en nosotros al rescatamos de las sombras del error en que nos encontrábamos, y al darnos su evangelio para conducimos a la posibilidad de salvación. Pensando en todas estas cosas deberíamos suspirar y gemir viendo que es tan grande la bondad de Dios sobre nosotros que nos ha elegido de entre tanta gente para darnos el conocimiento de su palabra. Ahora bien, en el papado existe este mal de que ellos afirman que uno no puede invocar a Dios con una confianza firme, y que ello sería presunción, y que al invocar a Dios debemos hacerlo dudando. Y no es gente insignificante y común la que quiere sostener esto, sino grandes maestros, y aquellos de quienes se espera que tengan la totalidad de las Sagradas Escrituras impresas en su corazón. No serán tan ardientes como para defender sus grotescas imágenes, aunque hacen suficiente esfuerzo por mantenerlas. Pero cuando se trate de confesar semejantes blasfemias, se animarán de tal manera que parecerán estar fuera de si. ¿Y por qué? Porque por medio de ellos el diablo quiere impedir que nosotros invoquemos el nombre de Dios como corresponde.
Por lo tanto, que todos aquellos que oran a Dios como en el papado tengan la seguridad de ser desheredados por Dios. Porque no es así absolutamente que debemos orar a Dios, diciendo tres o cuatro veces "Padre nuestro, que estás en los cielos" repitiéndolo y murmurándolo muchas veces. Todos los que lo hacen así son como hechiceros y brujas. Es cierto que no sabríamos cómo permanecer demasiado tiempo diciendo nuestras oraciones; pero oraciones de corazón. Porque cuando oramos debiéramos salir fuera de nosotros mismos, y olvidar nuestra propia naturaleza, el mundo y todos sus atractivos, a efectos de tener un acceso más fácil a nuestro Señor. Así es cómo debemos hacerlo. Además, sepamos que al no tener la verdadera invocación al nombre de Dios, realmente no tenemos nada. Y pesemos bien esta palabra con la cual se dice que si no invocamos a Dios estamos condenados. En el cuarto capitulo de Génesis está escrito con referencia al malvado linaje de descendientes de Caín, que ellos constituyen ciudades, levantan torres, y sin embargo no tienen la forma correcta de invocar a Dios.  Pero cuando Adán hubo engendrado a Set, dice que el nombre de Dios fue invocado correctamente. Entonces Dios fue servido y honrado, porque después que Set fue instruido para servir a Dios, él también instruyó a sus hijos. Ahora bien, en cuanto a todo el servicio a Dios vemos que únicamente dice: "El nombre de Dios era invocado." Entonces, eso es lo principal que tenemos que tener. Porque si bien el nombre "Cristiano" actualmente vuela entre nosotros, si el nombre de Dios no es invocado por nosotros, ello no es más que un abuso. Y no podremos invocarle (como dice San Pablo) si no hemos creído en él. Es cierto que estando lejos del frente no seremos demasiado osados. Se ven haraganes que cuando están a la sombra de un jarro o de un vaso, pasan por los mejores cristianos del mundo, y aparentemente son los verdaderos campeones de Jesucristo y, aparentemente, han adquirido para él todo lo que él posee. Luego, otros, viniendo prometerán hacer milagros, y uno pensará (oyéndolos hablar) que si el cristianismo fuese abolido, de ellos no será quitado; no obstante, cuando se los mira de cerca, y se sondea sus corazones, se verá que están lejos de los que prometen. Y ellos son los primeros que se apartarán de Dios. ¿Y por qué? Porque no han considerado lo que son; porque cuando alguien se considera cuidadosamente, hallará un mar de pecados, de los cuales no podremos despojamos, si no tenemos, gimiendo, nuestro refugio en Dios a efectos de invocarle en nuestra necesidad. Además, sepamos que este sermón que en otro tiempo fue predicado por San Pedro en la ciudad de Jerusalén, ahora nos es predicado a nosotros, a efectos de ser beneficiados por él; y notemos que no es sin causa que él presente el pasaje del profeta Joel. Por lo tanto, tengamos confianza en esta promesa: "Y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo."
Siguiendo esta santa enseñanza inclinémonos en humilde reverencia."

jueves, 12 de febrero de 2015

Una exhortación a amar a Dios (parte 3)

Bueno amigos continuamos con la tercera parte de "Una exhortación a amar a Dios", espero les sea de bendición. Saludos.
Thomas Watson


(8) El amor a Dios es el mejor amor propio. Es amor propio salvar el alma; amando a Dios promovemos nuestra propia salvación."El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él"(1 Jn. 4:16). El que tiene a Dios habitando en su corazón puede estar seguro de habitar con Dios en el cielo. Así, pues, amar a Dios es el más auténtico amor propio; el que no ama a Dios no se ama a sí mismo.

(9) El amor a Dios evidencia sinceridad. "Con razón te aman"(Cnt. 1:4). Muchos hijos de Dios temen ser hipócritas. ¿Amas a Dios? Cuando Pedro estaba deprimido por su sentimiento de pecado, se consideró indigno de que Cristo le tomara siquiera en consideración, o siguiera empleándolo en la obra de su apostolado; pero veamos cómo Cristo busca consolarle. "Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?" (Jn. 21:16). Como si Cristo hubiera dicho: "Aunque me has negado por temor, sin embargo, si puedes decir de corazón que me amas, entonces eres sincero y recto". Amar a Dios es mejor señal de sinceridad que temerle. Los israelitas temían la justicia de Dios. "Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios" (Sal. 78:34). ¿Pero en qué quedaba todo esto? "Pero le lisonjeaban con su boca, y con su lengua le mentían: pues sus corazones no eran rectos con él, ni estuvieron firmes en su pacto" (vv. 36, 37). El arrepentimiento que surge solamente del temor a los juicios de Dios no es mejor que la adulación, y no conlleva amor. Amar a Dios evidencia que Dios posee el corazón; y si el corazón es suyo, esto condicionará el resto.

(10) Mediante nuestro amor a Dios podemos deducir que Dios nis ama. "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (1 Jn. 4:19). "¡Oh! -dice el alma-, si supiera que Dios me ama, podría regocijarme". ¿Amas tú a Dios? Entonces puedes estar seguro de que Dios te ama a ti. Es como con las lentes de aumento; si la lente quema, es porque en primer lugar el Sol ha brillado sobre ella, de otra manera no podría quemar; así también, si nuestros corazones arden de amor a Dios, es porque el amor de Dios ha brillado sobre nosotros en primer lugar, de otra manera no podríamos arder de amor. Nuestro amor no es sino el reflejo del amor de Dios.

(11) Si no amas a Dios, amarás alguna otra cosa, ya sea el mundo o el pecado; ¿y son estas cosas dignas de tu amor? ¿No es mejor amar a Dios que estas cosas? 





Bueno amigos los dejo con la tercera parte, en unos días más tendremos la cuarta parte de esta exhortación a amar a Dios del libro "Consolación Divina" de Thomas Watson. Dios les bendiga. Coram Deo.